Editorial
Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ
Alguien en aquellos días, un hombre
Morando en los montes y en la cumbre
Estuvo allá durante su corta vida
Se levantó siguiendo diariamente la rutina
Viéndole una joven salió a recibirle
Gozosa le detuvo se quedó en casa
Comiendo, bebiendo, y alojándose
Allí, se levantó para irse de casa
Después os iréis, toma pan
Se sentaron ellos dos comieron y bebieron
Aguarda hasta que decline el día
Mañana temprano irás a tu casa
Se fue, llegó a otros lugares
Iré a otra ciudad y provincias
Caminé, el sol ya se oculta
Pasaré la noche en la plaza
De la ciudad, no hubo quien en casa
A pasar la noche un hombre viejo
Viene del trabajo, labrado del campo
Ambos forasteros, no de esta ciudad y casa
Vi, aquel caminante allá en la plaza
¿De dónde vienes, a dónde vas?
Pase a la ciudad, iré a otra provincia
Más remota, donde no hace falta nada
Hay pan, hay vino, para todos nosotros
Y para una forastera, de a plaza
Comiendo y bebiendo estaban gozosos
Hombres perversos llegaron a la casa
Golpeando la puerta, diciendo
Saca a tus huéspedes para conocerlos
Maldad tan infame ¡No cometáis!
Entraron y sacaron ¡Oyeron estos no!
En la noche abusaron de ella
Dejándola al apuntar en la puerta
De la casa, hasta que fue de día
Salió a seguir el largo camino
Ella tendida delante de la casa
Levántate vámonos, no respondió
La levantó, se fueron, ella estaba muerta
Considerar esto y tomad
Consejo todo hijo
Y hablad.