CHOLULA.- Se escucha por ahí que hace años, allá por las décadas de los 50’s y los 60’s, por estas fechas más o menos, se empezaba a escuchar el comentario y hasta el grito de “ya viene la feria” y toda la ciudadanía (antes se le decía pueblo) se empezaba a preparar para recibir cientos o quizá miles de visitantes, para ir al trueque y a disfrutar del gran evento. En aquellos años, se dice, no había realmente una infraestructura turística, como hoteles o restaurantes, así que los visitantes o peregrinos, llegaban a la gran Cholollan, como lo hacían los antepasados, e iban tocando puertas y puertas de casas en la ciudad, el propósito era les dieran “posada”, decían “un rinconcito para pasar la noche, solo eso necesitamos”, y las familias cholultecas, abrían con toda confianza las puertas de sus domicilios, y les daban la posada, un rincón seco, caliente, y hasta alimentos por la noche. El grueso de los peregrinos arribaba el 6 y 7 de septiembre, ellos llegaban a venerar a la virgen de los Remedios, el día 8. ¿Será? Se escucha por ahí que eran artesanos, campesinos, quienes llegaban con su carga, chiquigüites, canastas, petates, artesanías de madera, sarapes, manteles bordados, fruta. Todo bien envuelto con trapos y al final un hule, sabían que durante la feria, la lluvia era intensa y sello de esta feria patronal. Ahí en donde les daban posada, guardaban todo, y aún no amanecía cuando ya ellos ya se alistaban, se ponían sus mejores ropas, calzado, en unas bolas de mandado, llevaban sus veladoras e imágenes, y empezaban a caminar rumbo al santuario, iban alegres, contentos, comentando el acontecer de esos días, y había quienes desde donde empieza el atrio, se ponían de rodillas y así entraban a venerar a la virgen, la santa patrona del valle de Cholollan, y tras escuchar misa, darle las gracias por un favor especial o bien pedirle su amparo para algo, salían y regresaban a donde les habían dado posada, se volvían a cambiar de ropa, y tomaban sus pertenencias, agradecían a esas buenas personas su hospitalidad, y les dejaban un presente, o si pasaban más tiempo, entonces cargaban parte de sus mercancías y regresarían por la noche. ¿Será? Se escucha por ahí que se iban al zócalo, hoy plaza de La Concordia, cada uno sabía cuál era su espacio, y respetaban los demás, y ahí empezaban a comercializar sus productos, era el trueque, manera de hacer el comercio, y que se mantiene con vida, con algunas variantes en la actualidad. En el portal Guerrero, o “portal de peregrinos”, desde antes del 1 de septiembre, llegan los artesanos, los peregrinos, quienes ahí ponían su puesto, ahí en el suelo, sobre un petate y tapados con una gruesa cobija, dormían cada noche. La mayoría emprendía la retirada por ahí del 10 de septiembre, la fecha de terminación de la feria, se fue ampliando cuando el día 8 caía entre semana, y los comerciantes de la ya desaparecida Exposición Piloto Agrícola y Ganadera, pedían los dejaran estar el siguiente fin de semana, las autoridades municipales, accedían y así llegó hasta el 17 de septiembre. En alguna ocasión la prolongaron hasta por ahí del 22, pero fue un fracaso y no se volvió a repetir. ¿Será? Se escucha por ahí que en aquellas décadas, era todo un espectáculo, ver a la distancia la escalinata al santuario de la virgen de los Remedios, miles y miles de devotos, subían y bajaban, a un lado de la ancha escalinata, se colocaban puestos de venta de comida, artesanos, siempre respetando el espacio de los peregrinos. En el terremoto registrado en 1973, daño la estructura del santuario, e incluso no se pudieron realizar ahí la celebración religiosa, la imagen fue bajada al convento de San Gabriel, en donde se tuvieron las actividades, no muy del agrado de los fieles, pero la medida fue por seguridad. Al año siguiente, ya no se permitió por parte del INAH la instalación de los puestos. En la siguiente seguiremos comentando y recordando. Abuuuuuuuuuur