Por Octavio RODRÍGUEZ FIGUEROA
CHOLULA.- Hurgando el cajón de mis recuerdos, encontré varias cartas que me envió personalmente el Lic. Luis Donaldo Colosio. Las conservo, porque fue parte de mi vida activa y modesta, en la política de aquel entonces. En este mes, se conmemora un año más de ese impune asesinato, que por decisión propia, cambió la ruta de mi vida. A raíz de ese crimen, me alejé de esa actividad partidista directa. Pasé a la lista de los APARTIDISTAS. Sin que esto quiera decir que no me incline por lo que sustenta alguno de los partidos existentes. Se puede ser partidario, pero sin credencial, para no impedir la crítica, acatando líneas o en su caso, la defensa de algunos principios. Y aunque nuestra opinión es modesta, basta con que uno solo nos lea, para darnos por bien servidos. Realmente no podemos catalogar al Lic. Colosio, como un buen o mal presidente, porque le quitaron la oportunidad de demostrarlo, pero los que guardamos su recuerdo, podemos decir que fue un hombre de buenas intenciones. Muchos lo fueron cuando eran candidatos, pero al ejercer el cargo fallaron.
Político que se Quema, Quemado se Queda
Colosio no tuvo esa oportunidad. Pero el hecho de que lo hayan asesinado, demuestra que sus intenciones fueron buenas. Reconocer que la gente tenía hambre y sed de justicia, saliéndose del cartabón priista, no fue cualquier cosa y más ante el que se considera rector del neoliberalismo que aún era el Presidente. De todas formas, no podemos decir que de haber llegado el Lic. Colosio hubiera sido el transformador de la vida de los mexicanos, porque cada seis años, la esperanza nacional, revivía ante los discursos políticos y frases diseñadas para impactar a la sociedad. Pero cuando menos, se enarbolaban teorías, principios, moral, etc. aunque no se cumplían. Hoy ni eso. Solo insultos, denostaciones y mentiras.