Por Salvador ESPINA
CHOLULA.- Son tiempos electorales y la clase política está más activa que nunca, pues es momento de asegurar sustento y poder por 3 o 6 años más. Por ello, se comenzarán a vivir momentos de mucha tensión y jaloneos en los partidos por los espacios, pues, los aspirantes a cualquiera de estos puestos, han hecho inversiones importantes de tiempo, dinero y esfuerzo que esperan den frutos.
Es por ello que, no solo comenzamos a ver decisiones sobre las posiciones federales y a gobernadores, sino que está por comenzar la lucha por las diputaciones federales faltantes, diputaciones locales y alcaldías. Ya con eso en mente y a falta de espacio para todos en sus respectivos partidos, estamos viendo un fenómeno semejante al mercado de fichajes en el fútbol. Este fenómeno en política no se llama draft, sino el famoso “chapulineo”.
Este tema no es nuevo, sin embargo, cada día es más común y triste el pragmatismo y falta de congruencia en nuestros políticos. Hoy vemos como normal este fenómeno, pero no significa que sea bueno. ¿Qué no acaso uno entra en un partido porque la identidad y los valores de ese partido son con las que uno se identifica y cree y que, por ende, busca con firmeza defender para cambiar la realidad a una mejor?
Pues tristemente parece que no, hoy estamos viendo simplemente en Puebla gente del PRI irse a MORENA, del PAN a MORENA, de MORENA al PVEM o en su caso a PSI. Esto es un fenómeno que además de lo mencionado, es algo que mueve en gran medida el tablero político pues, las estructuras que estos liderazgos nómadas responderán a propósitos ajenos a los esperados, sumando y restando hasta que el día de la elección veamos qué partido realizo los mejores “fichajes” o acuerdos que les han permitido reforzar sus debilidades y minimizar daños.
Con todo esto en escena, queda igual un factor medular a considerar y es el efecto que estos cambios que hacen los chapulines generen en la ciudadanía a la hora de votar. Pues al ser un sector que no está empapado de los temas políticos puede ser más difícil tomar esta decisión. Por ello, la ciudadanía tendrá que informarse lo mejor posible y ver a qué le da más peso, si al personaje en cuestión o la marca que lo abandera.
En la reflexión personal que hago al respecto me parece que lo que el chapulineo produce es una clase política todavía menos fiable y partidos sin alma e identidad. Pues sus candidatos ya ni siquiera representan lo que son y en lo que creen. Por ello, los partidos tendrán que hacer una profunda reflexión sobre este tema porque si no todos los partidos representaran todo y nada y el ciudadano no se quedará más que con opciones prácticamente iguales y con las que nadie se puede identificar verdaderamente.