Editorial
Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ
Morando mi señor en excelso cielo azul
Grandes y pequeñas heredades destruidas
Acuérdate grandes y pequeñas naciones
Pueblos redimidos: “Cantaremos tu gloria celestial”
Heridos consumidos han caído sin levantarse
Callaron debajo de la tierra sin fuerza
Humillados ante la real presencia de Jehová
Clamaron, no hubo quien los escuchare
Mi señor no les oyó loso pies han resbalad
Un camino obstruido; el camino de dios es perfecto
Salvaste ha pueblos afligidos de los altivos abatidos
En mí no hubo limpieza “llegue con los perversos”
Gentes integras, hallaron misericordia
Habrá recompensas a todos los justos
Me guardo de maldades caminando de día
Limpieza y justicia de ser, halarán recompensa
Alegraos escancias el juicio va a terminar
Sanidades, milagros, bendiciones a raudales
Lento salí liberado fui mi señor se agradó de mí
Pensad hay una ciudad celestial para mí
Aprestad la cimiente preciosa; avivamientos de escancias
Espíritu de vida, ha mortales, ser pioneros
A las generaciones miles de bendiciones
Mientras la tierra permanezca habrá sementeras
En aquella mansión celestial deseo vivir por fe
Por siglos si fin, viviré allá estaré
Cuando all´+a la corona el señor me entregue
Oraré si; oraré sin cesar, de inmediato lo haré
¿Dónde habéis estado hoy? Diciendo en los pórticos
Ten entendido has salir conmigo a os hermanos
No eran desamparados hombres, mujeres serán amados
Los enemigos destruidos todos acabados
Mis enemigos clamaron, nadie los salvó
Me guardaste ha ser cabeza de pueblos
Me libro de enemigos, ahora soy exaltado
Mi descendencia en el temor de dios
El ángel en las naciones destruyendo el mal
Basta ya; la espada desenvainada en la mano
“mortandad de inmediato” cese todo mal
Postrados los rostros cubiertos ante dios, tu y yo.