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Por: C.P. Blanca Rosa Juárez Xelo
CHOLULA.- Competitividad fiscal internacional. La pandemia causada por el virus COVID-19, ha obligado a varios países a tomar medidas drásticas para salvaguardar a la población, lo cual originó diversas problemáticas sociales y económicas: se cerraron fronteras comerciales, se desaceleró la actividad económica suspendiendo actividades no esenciales y obligó al confinamiento general.
Ante esto, diversos países han implementado cambios temporales en sus leyes que han permitido mantener a flote las economías, sin embargo, tal vez es momento de analizar cuales de estas medidas temporales pueden llegar a ser permanentes, o implementar otras que contribuyan a enfrentar los retos globales y a mantener una economía estable, así como al desarrollo y crecimiento sostenible.
En este contexto, el sistema tributario es una pieza importante que debe considerarse si se quiere lograr una transformación congruente, el cual, según datos del Índice de Competitividad Fiscal Internacional (ITCI, por sus siglas en inglés) de Tax Foundation, debe preservar la neutralidad y la competitividad, e incentivar la inversión; esto es, no causar distorsiones económicas, así como atraer y mantener riqueza en el país frente a otros, manteniendo tasas bajas que maximicen los rendimientos de las empresas.
El índice referido es una herramienta utilizada para clasificar los sistemas impositivos de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que analiza cinco áreas principales en los sistemas de cada nación: el impuesto sobre la renta corporativo, el impuesto sobre la renta de las personas físicas, los impuestos al consumo, los impuestos sobre la propiedad y las disposiciones fiscales en materia internacional.
Actualmente, México se coloca en la posición 31, de una muestra de 36 países, posicionando a Estonia con el mejor sistema fiscal, seguido de Latvia, Nueva Zelanda y Suiza, encontrando a naciones como Italia, Chile y Polonia en los últimos lugares de este índice.
De acuerdo a los datos arrojados en este reporte, el sistema tributario mexicano tiene una de las tasas más elevadas del Impuesto Sobre la Renta (30%), le toma a los contribuyentes un tiempo considerable el cumplimiento de sus obligaciones fiscales y se establece un límite para compensar las pérdidas operativas. Por otro lado, Estonia cuenta con un sistema impositivo flexible, que incentiva la inversión de capital y no penaliza la inversión ni el ahorro, por ejemplo, si una empresa tiene pérdidas en un año y al siguiente tiene utilidades no paga impuestos, ya que en sí no hay una ganancia; otro ejemplo es que, si se reinvierten los beneficios obtenidos en el año, no se paga impuestos, lo cual incentiva el crecimiento económico y por supuesto la reinversión.
Es cierto que la comparativa puede resultar inusual, pero también es cierto que México cuenta con un sistema tributario complejo que debe ajustarse a la situación actual para fomentar la recuperación económica, aumentar los ingresos y contribuir a la estabilización social, es decir reestructurar el sistema con reglas más claras y concisas, evaluando los beneficios de las tasas impositivas actuales y buscando los mayores beneficios a nivel micro y macro económicos.
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