CHOLULA.- A pesar de ser muy joven, cuando acudí a la terapia del Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos, ya padecía de una gran tristeza, que muchas veces me había llevado beber alcohol a solas. Me sentía muy incomprendida por mi familia, así que me aislaba de todos.
Creía que no le importaba a nadie incluso a mi novio con el que peleaba mucho. Después de discutir me daba por aislarme, sintiendo una gran tristeza y soledad, entonces recurría al alcohol.
Ese comportamiento formaba parte de la doble personalidad que por varios años tuve. De lunes a viernes era una joven callada, que trabajaba con normalidad, y el fin de semana me volvía una persona sociable, alegre, entusiasta que platicaba con mucha gente, sobre todo con perdonas que acudían a las cantinas, o a los lugares donde tomaba.
Poco a poco el no saber que pasaba con mi vida, hacia donde me dirigía; el darme cuenta de que sin el alcohol no era nada, me llevo a buscar ayuda. Así llegue a esta agrupación.
Después de un tiempo de asistir fue desapareciendo en mí esa ansiedad por alcoholizarme. Gracias a la terapia sé que no necesito ningún tipo de droga para poder integrarme con las personas y ser feliz.