CHOLULA.- Desde que iniciamos nuestra carrera en las aulas de la facultad de medicina, se nos inculca que el médico que no hace especialidad será condenado a la mediocridad, pues no podrá realizarse.
Ser médico general en México muchas veces corresponde a prostituirse con las farmacias, brindando orientación médica gratuita, consultas en $40, y llenando recetas con montos mínimos, prescribiendo medicamentos que muchas veces no son necesarios, perdiendo así parte de la ética profesional que nos caracteriza como gremio.
Desde que iniciamos nuestra carrera en las aulas de la facultad de medicina, se nos inculca que el médico que no hace especialidad será condenado a la mediocridad, pues no podrá realizarse, ni superarse profesionalmente, constituyendo así una falacia que perdura hasta los años de internado y servicio social, mentalizando en muchos el Examen Nacional de Residencias Médicas, un sueño que pocos pueden ver cristalizado.
Este año, del 7 al 12 de noviembre se aplicó el XLIV Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas en México, proceso mediante el cual se seleccionan a los futuros especialistas en nuestro país, esta edición fue sustentada por más de 50,448 médicos generales y se ofertaron poco más de 18,929 plazas en los diversos hospitales que conforman el sistema nacional de salud.
¿Qué es el ENARM?
El Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas o ENARM, es una prueba que consiste en 450 reactivos divididos en dos secciones, dichos reactivos son sustraídos de bancos de preguntas, el banco actual posee más de 7,500, las cuales se barajean, seleccionan y validan en un cónclave llevado a cabo en el primer trimestre de cada año.
En dicho cónclave participan médicos especialistas y subespecialistas de todo el país, la distribución habitual de las 450 preguntas es en series de casos clínicos, por lo que fallar el primer reactivo, equivale a tener toda la serie incorrecta, perdiendo valiosos puntos que merman la posibilidad de convertirse en médico residente.
¿Qué es la residencia médica?
Es el proceso mediante el cual, a lo largo de 3 o 4 años, dependiendo del área seleccionada, se formará al especialista en un hospital, realizando estancias en otras sedes e incluso en otros estados, siendo evaluado en todo momento y defendiendo al final de su residencia, una tesis que lo sustentará como médico especialista, durante dicho proceso, podrá acceder a cualquiera de las subespecialidades o alta especialidad que a su rama competa.
Si bien en papel esto pudiera parecer bastante fácil, en la práctica el sistema de enseñanza médica es un concepto tradicionalista, jerárquico y autoritario al cual los nuevos residentes ingresan y son sometidos en algunas ocasiones a manejos poco ortodoxos, ya que en muchas sedes, existen tradiciones como quedarse un mes completo de guardia, comprar la comida de los médicos titulares, entre otros denominados castigos, por lo que poco a poco, el sueño se va a apagando y el sistema va absorbiendo, manipulando, mimetizando y finalmente normalizando la violencia ejercida dentro de las aulas hospitalarias, en el mejor de los casos, el residente egresará con actitudes poco deferentes hacia las jerarquías más bajas, en el peor de los casos, optará por renunciar, o en su defecto, quitarse la vida.
El sistema educativo en medicina, además de lo antes descrito, se niega rotundamente a evolucionar, amparándose en que la mano dura formará buenos especialistas, creando un ciclo de violencia que pocos, pero cada vez más, son capaces de romper y evitar que la cadena siga creciendo.
La decisión finalmente compete a cada médico, que ha sido adiestrado para responder en situaciones críticas, nadie es obligado presentar el examen nacional, sin embargo, las opciones que permanecen, como realizar una maestría, ejercer de manera privada, dedicarse a la investigación o la docencia, son infinitamente menor remuneradas que una residencia médica, por lo que muchos anhelan esos 4 años para poder realizarse como médicos.
Es injusto que las frustraciones de otras personas, mermen los sueños de una, por lo que, si la decisión final es permanecer como médico general, hay que prepararse constantemente para ser un gran médico general, y si la decisión obedece a sustentar el ENARM, ¡ánimo!, todos los sueños valen la pena.