Por Gemma GRACIAN
CHOLULA.- Mis queridas y queridos lectores les deseo una feliz navidad, que la paz reine en sus hogares.
Por otro lado en verdad es preocupante como se ha prostituido la política y nuestro municipio ha sido muy claro como los malos servidores públicos si pueden dañar a los ciudadanos, la política no es de intereses propios o partidistas, la política se trata de respeto y debería ser cargos honoríficos.
La prostitución de la política es una metáfora que resuena con la decadencia de los valores éticos en el ámbito público. A medida que el servicio público debería ser un compromiso altruista con la sociedad, en muchos casos, observamos una desviación hacia intereses personales y ganancias indebidas.
En este contexto, la corrupción se manifiesta como uno de los mayores desafíos. La aceptación de sobornos, malversación de fondos y nepotismo son solo algunos de los síntomas de esta prostitución política. Estos actos erosionan la confianza ciudadana y distorsionan el propósito original de la política como vehículo para el bien común.
Otro aspecto crucial es la instrumentalización de la política para el beneficio propio. Algunos políticos, en lugar de abogar por el interés público, utilizan su posición para acumular poder y riqueza personal. Este comportamiento egoísta socava la integridad del sistema democrático y debilita la participación ciudadana.
La falta de transparencia es un cómplice silencioso en este fenómeno. La opacidad en la toma de decisiones y la falta de acceso a la información permiten que la prostitución política florezca en las sombras. La rendición de cuentas se convierte en una quimera, y los ciudadanos quedan desamparados frente a prácticas corruptas.
Es imperativo abordar este problema desde diversas perspectivas. La implementación efectiva de leyes anticorrupción, el fortalecimiento de las instituciones de control y la promoción de una cultura de integridad son pasos esenciales. Además, la educación cívica puede desempeñar un papel clave al empoderar a la sociedad para demandar responsabilidad a sus líderes.
En última instancia, combatir la prostitución de la política implica un esfuerzo colectivo. Los ciudadanos, los medios de comunicación y las instituciones deben trabajar en conjunto para restablecer la dignidad de la política como servicio público. Solo a través de una acción decidida y consciente podemos esperar restaurar la fe en la democracia y construir un futuro político más ético.