CHOLULA.- Cuando inició la contingencia no sabía exactamente qué era lo que sucedía solo escuchaba que debemos estar en casa y no salir, yo soy maestra y para mí fue muy fácil llevar a cabo esta recomendación puesto que mi trabajo me lo permite, además que yo desde antes ya me sentía muy cansada con sueño y sin ganas de hacer nada iba de malas a mi trabajo y creí que estas “vacaciones” me caerían de maravilla.
Comenzaron a pasar los días y dormía de más, comencé a comer mal y seguía sintiéndome agotada, el encierro me causaba mal humor de todo me enojaba, tuve problemas con mis papás y mi hermano, me peleaba mucho con ellos, no soportaba tenerlos cerca todo el tiempo, me sentía asfixiada hasta el grado de ya no hablarnos más.
Me sentía sola en mi propia casa aun estando con mi familia y teniendo muchas comodidades, cada día me costaba más levantarme de la cama, comencé a tener insomnio y mucha ansiedad, ya no sabía qué hacer, los problemas crecían día a día, las discusiones familiares, la incertidumbre sobre nuestra economía todo me preocupaba yo ya no me quería bañar, dejé de hacer muchas cosas que me gustaban y me sentía cada vez más hundida por el miedo a todo, incluyendo al virus que hoy nos acecha.
Cuando me enteré que el Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos sigue sesionando sentí una esperanza, comencé a escuchar juntas y me sentí comprendida, yo ya no estaba sola, hablé sobre todo lo que yo estaba sintiendo y comencé a descansar, los problemas con mi familia fueron disminuyendo, comencé adaptarme a esta nueva normalidad y al día de hoy estoy mucho más tranquila.