CHOLULA.- Compañeros en Alcohólicos Anónimos, reciban un saludo y un abrazo fraternal.
Quiero compartirles mi experiencia al llegar a AA.
Llegué al Grupo el 5 de mayo de 2000, con estragos de la última borrachera. Le di diez vueltas a la manzana y, no sé, como que sentía que el reloj no avanzaba; me senté en la banqueta, toqué en el cancel y salió un compañero, que hoy es mi padrino, me dijo: “aquí es”.
En el Grupo ya había iniciado la reunión, y cambiaron el tema de ese día para darme la junta de información. Ese día me sentí el ser más feliz porque, por primera vez, alguien me tomó en cuenta. Los compañeros, muy alegres, me dijeron que yo era el más importante. Alguien me sirvió café, el lugar olía muy bonito, los compañeros desglosaron las láminas de información pública. Otros subieron a la tribuna y me regalaron su experiencia. Esto no se me olvidará nunca, la unidad que los compañeros del Grupo “Después del Eclipse” hicieron por mí. Todo eso hizo que me quedara. Al terminar la reunión, se acercaron a mí, me preguntaron donde vivía, dijeron que me iban a encaminar, estuvieron conmigo hasta altas horas de la noche.
Al otro día, me invitaron a dar una junta de información pública en el Centro de Salud; y ahí vi nuevamente, cómo estos compañeros hacían la unidad, cómo se escuchan atentamente y se ayudan “hombro con hombro”.
Esto es lo que les puedo compartir, ojalá a alguien le sirva mi experiencia. Felices veinticuatro horas.