En primer lugar, agradecer las palabras que hemos escuchado, son conmovedoras y comprometedoras
Agradecer muchísimo la presencia de Elenita Poniatowska, decirle que en buena medida muchos estamos en estas lides por un libro de ella: “La noche de Tlatelolco”, ese libro marcó a nuestra generación, nos abrió los ojos y nos llevó a una pregunta que todavía nos emociona, que es: toda acción política tiene que estar alejada de la violencia por definición y el respeto a la dignidad humana, a la esencia humana, a su libertad, a sus opciones, a sus resoluciones y a sus compromisos.
Gracias Elenita por todo lo que nos has dado.
Agradecer mucho a Lety, Ricardo, sus palabras, me comprometen y me conmueven. Muchas gracias de todo corazón a ambos por estar aquí este día.
Y a Rosy, agradecerte todo lo que has hecho, participado y sobre todo para este libro, porque había sido, como bien ha señalado, imposible si no me hubiese convencido e insistido en este ejercicio de transparencia y de humanización y de compartir con ustedes las emociones, los orígenes, las resoluciones, los sinsabores, las dificultades y los aciertos de mi vida que hoy pongo a su consideración.
Bueno, ya se ha dicho todo lo que se podría decir sobre este libro, solamente rescataría algunas cosas.
El libro es un ejercicio, primer lugar, de transparencia: ¿quién soy? ¿De dónde vengo? Puse hasta la foto de la primera casa en donde nací, crecí; mi familia, los grandes impactos que te llevan -aquella chispa o aquel momento- a ser lo que hoy eres porque si ustedes se regresan en el tiempo pues no había ningún elemento en mi infancia, en mi primera infancia, para suponer que hoy estuviera aquí, todos nos habríamos equivocado, seguramente habrían algunos pensado: bueno pues va a tener otro tipo de desarrollo, de carrera, otra vida.
Pero no, estamos en la lucha pública. ¿Por qué? ¿Cuál es la emoción principal? Una reflexión que les comparto ahí en el libro de un primer viaje a Estados Unidos cuando tenía yo 10 años, por tierra, viajar en avión en aquella época era muy pero muy elitista, creo que muy pocos viajaban en avión, entonces fuimos en camioneta.
El contraste, la desigualdad, nuestra pobreza, nuestra debilidad relativa cuando cruzas la frontera, porque luego recorrí Estados Unidos por coche.
La pregunta todos los días: ¿qué es lo que tenemos que hacer para que México alcance su grandeza? Porque yo crecí en una casa donde México era la civilización más grande del mundo, era hasta arrogancia casi -digo en el libro- nada es igual a México: su civilización, su lengua, su poesía, sus culturas, civilizaciones originales, su poesía, su literatura, su gente, su gastronomía. Pero era un nacionalismo informado eh, no superficial casi, diría yo, religioso, México es único e irrepetible y es una civilización gigantesca. Así crecí.
Entonces frente a ese contraste ¿cómo explicarlo? ¿Qué hacer? Se volvió una obsesión. ¿Qué tenemos que hacer para que México alcance la grandeza que es nuestro país? ¿Qué tenemos que hacer para que la desigualdad no nos apabulle en todos lados? ¿Cómo rompemos el conformismo? ¿Cómo logramos que no se reproduzca eso que nos duele?
Alguien me dirá “pero, ¿no son ideas teóricas?” Bueno, ya aquí se dijo, me tocó recorrer la ciudad con el sismo, la primera asamblea que fuimos casi nos linchan, tenían razón, estaban muy enojados en Tlatelolco; imagínense, 250 mil personas en la calle y la mayoría perdieron a la mamá, al hermano, al padre, al hijo.
El dolor es lo que te forma en la política, es cuando entiendes que el poder es responsabilidad no privilegio, y es cuando te das cuenta que puedes cambiar la vida de miles de personas, que puedes hacer cosas que sí cuentan, que el poder no es frivolidad, el poder es transformar esa realidad.
Esa fue mi enseñanza más importante: el sismo de 1985 porque caminé muchas vecindades.
Las vecindades no tenían baño más que un baño por piso, la mayor parte de las que se cayeron tenían rentas congeladas, la gente no podía pagar otra cosa, entonces siguiente pregunta: ¿por qué es así nuestra sociedad?
Misma pregunta que se hiciera Andrés Manuel López Obrador cuando tuvimos nuestras primeras conversaciones: “bueno, si exportamos tanto, si nuestro país es tan grande en su economía, ¿por qué la mayoría está en la miseria?” ¿Cómo se puede explicar semejante irregularidad si nuestra economía es la plataforma exportadora más grande de América Latina? El 62% de la manufactura, pero vayan ustedes a ver la realidad de México: sigue la desigualdad.
Ahora el presidente López Obrador está haciendo el esfuerzo más grande del último, cuando menos medio siglo, por modificar esa realidad lacerante de México.
Entonces nos hemos preparado 42 años. Lo que les comparto es qué he aprendido; he sido perseguido…
Lo que más me dolió fue ver a mi padre un hombre de más de 80 años cuyo valor supremo es su apellido, ya murió pero eso fue lo que nos enseñó: “tú lo único que tienes en la vida son dos cosas: tu educación, tu trabajo, y tu nombre. Nada más, no tienes otra cosa”.
A mí lo que más me dolió en el sexenio de Peña Nieto -y aquí está Alejandro Pascal, muchas gracias Alejandro que fue nuestro defensor pro bono, él se sabe toda la historia-, el ataque a la familia, al apellido, destruir nuestro prestigio, siempre en desventaja porque cómo vas a luchar contra la presidencia, el SAT, la UIF, el no sé qué, la Procuraduría General de la República, etcétera; fue la peor que nosotros vivimos y aquí estamos porque si debiéramos algo, porque si fuéramos gente chueca, hoy no estaríamos aquí.
Lo que más aprecio, lo que es más importante en la vida pues tal vez sean cosas sencillas, muy simples: ser congruente con lo que tú eres y piensas porque el día que no eres congruente te acabas.
La concesión a que seas deshonesto con lo que tú piensas y crees, es lo que te lleva al fracaso o la destrucción personal.
No sé si te lleva al éxito político, he visto muchas gentes traidoras, pero déjenme no usar ese adjetivo porque ya hay un libro que dice “elogio a la traición”; déjenme no usar ese adjetivo, sino ver las personas que están en la vida pública que no tienen convicción en nada ni le tienen aprecio a su pueblo, ni les preocupa. Sí he visto mucho eso.
Pero también he visto la grandeza del pueblo de México, no solo en el sismo, lo vemos todos los días, ahora en la pandemia; la solidaridad, la capacidad de movilizarnos, el que no somos indiferentes; lo acabamos de ver ahora con Turquía el apoyo que hubo de la gente, cada vez que tenemos una dificultad.
Entonces, el libro les comparto de dónde vengo, quién soy, cuáles son mis valores, que son los mismos. A mí me ha costado defender lo que creo.
Ustedes pueden dividir al mundo en dos: a quien le ha costado defender lo que cree, y al que no cree en nada y nunca ha tenido costo alguno; son los peces globo o los peces salmón; son los que van con la corriente o los que defienden lo que creen. Nosotros creemos en algo, queremos cambiar la realidad.
Llevo con Andrés Manuel 23 años trabajando. El otro día me decían “no, pero es que a lo mejor tú eres moderado”, decía, bueno, no me gusta insultar a la gente, ¿no sé si eso me haga moderado? No me gustan algunas cosas, lo que decía Ricardo, tendría que hacer yo un manual de calumnias o manual de traidores.
Eso no me gusta pero soy una gente muy radical porque quiere cambiar la realidad, quiero lograr la igualdad; me ha costado y jamás he cejado en esa causa, y eso es lo que les comparto el día de hoy.
Todo programa que hagamos, toda acción que hagamos, se va derivar de esa convicción que está en el libro.
Ejercicio de transparencia, las cosas simples de la vida, el respeto a tu familia, a tus hijas, a tus hijos -gracias Dominique que me acompañas-, que siempre han estado a mi lado, lo más importante en la vida.
Tus gentes queridas: Rosy en primer lugar; tus amigas, tus amigos; las personas a las que respetas; las lecturas más queridas, como “La noche de Tlatelolco” y otras; eso es lo que nos hace lo que somos y eso no tiene sustituto, es lo que van a encontrar en el libro: un ejercicio de autenticidad.
También les digo cómo veo el futuro, jamás hemos tenido, hace mucho, una oportunidad como la que tenemos ahorita, ¿por qué?
A ver: el peso, moneda referencia global, los números de México son los mejores de América, es decir, somos los que debemos menos, y tenemos más ingresos; exportaciones, creciendo; promedio de edad, 29 años, los que estamos arriba de 29 años se les puede reintegrar, pero el promedio son 29 años, de todo el país, la mejor edad posible para el país, no somos ni demasiado jóvenes ni somos todavía un país viejo; un país que tiene muchos de los promedios de productividad más altos del mundo. ¿Por qué acaba de venir Tesla? Por eso, por eso van a hacer su gigafactory aquí y otras instalaciones.
Le pregunté al Ceo de Ford “¿cuál es tu mejor planta en el mundo?” -La primera: Cuautitlán-. Se sabe el nombre. Lo invite hasta a comer. “¿Y la segunda?” -Hermosillo-. “¿Y qué opinas de México?” -“Pues con eso te digo todo”-, me dijo -“Son las dos plantas más productivas del mundo que tenemos nosotros”-. Pero lo mismo te va a decir GM y así muchas empresas, empresas mexicanas también.
Pueblo productivo y trabajador. Tenemos todo compañeras, compañeros, para tomar esa oportunidad, para estar a tiempo para que nuestro país cambie para siempre, que no tengamos pobreza extrema y que seamos un país sí, de clase media, una clase media mayoritaria. Eso es lo que debemos de ser.
Bueno, no me extiendo. Nada más decirles, concluyo, porque lo demás ya se dijo y puede parecer excesivo que hable de mi persona.
Yo les diría lo siguiente: el libro está dedicado y está hecho con profundo amor a México y respeto a todas y a todos ustedes y a toda la sociedad mexicana, por eso lo hice, si no, no lo habría hecho.
Y tiene como objetivo un mensaje: lo que tenemos para la contienda que se avecina cada cual, es lo que somos y lo que hemos hecho, lo demás no importa. Nuestros hechos, nuestra vida, nuestra persona. Eso es, es lo que proponemos. La congruencia ahí está.