Por Nancy LUNA
CHOLULA.- Respecto a la palabra “calzado”, es una voz que tiene un origen algo incierto. En el poema del Mio Cid, del año 1140 se puede leer el vocablo “çapato”.
Del mismo modo, en escrituras castellanas del año 978 se puede encontrar escrito “zapatones aut abarcas”. También en la Vida de Santa María Egipciaca, poema hagiográfico del siglo XIII se lee: “Por alimpiarse de sus pecados non calçava çapatos”.
El calzado ha cambiado a través de los tiempos y de una sociedad a otra. Se han fabricado con una innumerable cantidad de materiales, desde cuero, arena, palma o madera, hasta oro, cristal y piedras preciosas. Los ha habido cómodos y muchas veces más bien incómodos, lo que demuestra que han sido más un ornamento que una necesidad.
Ha existido, en cuanto al color del calzado, un código definido. Lo normal y lo aceptable era que fueran de color marrón o negro. Los zapatos blancos o rosados podían hacer pensar cualquier cosa al respecto de la persona que los calzaba. Los zapatos y botines amarillos eran propios de rufianes y golfos.
En la Biblia el simbolismo del calzado es grande. El invitado deja en el umbral de la casa un zapato como muestra de respeto; en los tratos el vendedor cede en prenda una sandalia al comprador; y antes de celebrarse la boda el novio da un anillo a la novia a la par que le deja en prenda una de sus sandalias, sandalia que se quita al quedar viudo.
Son numerosas las rarezas y curiosidades al respecto de esta prenda. Los hititas, que fueron los mejores zapateros de la historia, ofrecían a su dios de la lluvia un vaso en forma de zapato.
En Oriente, donde el calzado es símbolo de realeza, se cuenta que habiéndose ausentado un rey de su reino, dejó sus sandalias en la sala del trono para que impartieran ellas justicia; los pleitos se veían ante ellas, y si la sentencia pronunciada era justa permanecían inmóviles, no así si la sentencia era injusta.
En la Biblia el calzado simboliza la propiedad cuando se entrega a quien adquiere un bien. Todavía en el norte de China el término para significar acuerdo mutuo es el mismo con el que se designa al calzado. Desde antiguo significó armonía: por eso se regala un par de zapatos a los recién casados.
El procurador imperial romano Plinio cuenta en su Historia natural, del siglo I, que para acabar con un hechizo o prevenirlo se escupía en el interior del zapato derecho. Es asimismo antigua la convicción de que acarrea desgracia echar a andar con un zapato solo, o perder un zapato mientras se camina o se baja una escalera.
A lo largo del tiempo, también aparecieron zapatos con diseños particulares, con puntas largas. Otro dato curioso es que, en tiempos pasados, eran los hombres quienes dictaban lo que estaba en tendencia, al menos en lo que se refiere a zapatos.
Quizá nos parezca un poco difícil pensar en cómo era el día a día cuando los zapatos no existían, cuando las personas caminaban sin protección alguna en sus pies. Y aunque sin duda los zapatos vieron la luz a causa de una necesidad muy concreta, no pasó mucho tiempo para que se convirtiera en toda una industria en donde existen tendencias primavera verano, y de cada temporada.