Los dinosaurios industriales son inviables en la aldea global

 

Por Edmundo TLACUILO ALMAZÁN

CHOLULA.- El mérito de John Naisbitt, en Magatendencias, se halla en la extraordinaria concisión con que hace 40 años advirtió sobre la actual “sociedad de la información” ya que su libro revela como los conocimientos prácticos fluían mucho más rápido gracias a la tecnología electrónica, la cual estaba creando una nueva realidad económica al poner en manos “de muchos” los elementos informativos necesarios para producir. Además esta oferta pragmática, “no una abstracción intelectual”, era (es) casi instantánea y eliminaba la información “flotante” que tardaba varios días en llegar, con lo que arrebataba varios días en llegar, con lo que arrebataba el control de las decisiones a los antiguos centros de poder. Fue así como las iniciativas locales adquirieron mayor convicción que las de nivel estatal y federal; que los poderes municipales resistieran mejor a los regionales y nacionales; que los rendimientos no reinaran sobre la calidad de las mercancías y que los ciudadanos se reunieran en grupos de seguridad y consumo en común, y que sus movilizaciones callejeras les permitirán “votar con la cartera”, estos grupos afirma Naisbitt, siguieron “el venturoso modelo de alcohólicos, que evitan el análisis de estructuras mentales detalladas gastos y terapias en favor de la información y las experiencias compartidas en una atmosfera informal”.

Magatendencias incluye estadísticas de las consecuencias multidisciplinarias en tomo a la descentralización y el desplazamiento de la sociedad industrial.

En los años 80, según Newsweek, los robos “mataron” entre el 50 y el 70 por ciento de los empleos fabriles en Estados Unidos (EE UU);el 40 por ciento de los créditos en Nueva York y California fueron otorgados por bancos extranjeros; y en los años 70, la industria textil alemana perdió 100 mil empleos, todo ello ocurrió como consecuencia de la desindustrialización” y la globalización. Naisbitt, reseña con esta pregunta uno de los avasalladores efectos de este cambio: ¿Dónde hallar hoy las revistas Life, Look, The Sturday, Evening Post, con sus 10 millones de ejemplares? Estos medos de prensa de circulación nacional habían sido ya sustituidos por múltiples publicaciones locales en la Unión Americana.

Influido por Marshall McLuhan el temprano “profeta” de la globalización y autor de El Medio es el mensaje de la galaxia, de Gutenberg y la aldea global –Nais- bitt remata su análisis sociológico con una célebre expresión de este “En la nave espacial tierra no existen pasajeros: todos somos tripulantes” con una conclusión propia “el mercado es la entidad física que más cambia” asimismo, y con una simpática analogía también suya los dinosaurios redujeron su tamaño para sobrevivir a su inminente extinción, como hoy ha hecho lo están haciendo la mayoría de las industrias.

Benévolo lector, algunos versos de Sara de Ibáñez. Nació en Paso de los Toros, Uruguay, el 10 de enero de 1909. Poetiza uruguaya cuya obra indaga en temas como la angustia de la existencia, el desamparo, la muerte, el amor, la auto-aniquilación de la humanidad y la relación hombre-dios. En cierta medida, trata el sentimiento patriótico (canto a Montevideo)

No puedo

No puedo cerrar mis puertas

ni clausurar mis ventanas:

he de salir al camino

donde el mundo gira y clama,

he de salir al camino

a ver la muerte que pasa.

He de salir a mirar

cómo crece y se derrama

sobre el planeta encogido

la desatinada raza

que quiebra su fuente y luego

llora la ausencia del agua.

He de salir a esperar

el turbión de las palabras

que sobre la tierra cruza

y en flor los cantos arrasa,

he de salir a escuchar

el fuego entre nieve y zarza.

No puedo cerrar las puertas

ni clausurar las ventanas,

el laúd en las rodillas

y de esfinges rodeada,

puliendo azules respuestas

a sus preguntas en llamas.

Mucha sangre está corriendo

de las heridas cerradas,

mucha sangre está corriendo

por el ayer y el mañana,

y un gran ruido de torrente

viene a golpear en el alba.

Salgo al camino y escucho,

salgo a ver la luz turbada;

un cruel resuello de ahogado

sobre las bocas estalla,

y contra el cielo impasible

se pierde en nubes de escarcha.

Ni en el fondo de la noche

se detiene la ola amarga,

llena de niños que suben

con la sonrisa cortada,

ni en el fondo de la noche

queda una paloma en calma.

No puedo cerrar mis puertas

ni clausurar mis ventanas.

A mi diestra mano el sueño

mueve una iracunda espada

y echa rodando a mis pies

una rosa mutilada.

Tengo los brazos caídos

convicta de sombra y nada;

un olvidado perfume

muerde mis manos extrañas,

pero no puedo cerrar

las puertas y las ventanas,

y he de salir al camino

a ver la muerte que pasa.