Las Sandalias

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- Este verano las sandalias son el calzado que causa furor. Desde las sandalias de tacón más femeninas hasta las chanclas que hasta hace poco estaban reservadas exclusivamente para piscinas y playas.

Pero las sandalias o chanclas son un tipo de calzado que está presente en nuestro atuendo desde hace siglos, sin abandonarnos ni un sólo verano. ¿Conoces la historia de la sandalia? Te la contamos.

La palabra sandalia proviene del latín sandalium, voz tomada del griego sandalion, diminutivo de sandalon ‘calzado de madera’, que deriva, según se cree, de alguna lengua del Cercano Oriente. Cabe señalar que no guarda relación alguna con el origen de la palabra sándalo.

Existen evidencias que señalan que la historia del zapato se remonta a partir del año 10.000 a.C., al final del periodo paleolítico. Se han descubierto pinturas de esta época en cuevas de España y el sur de Francia que ya hacen referencia a algunos tipos de calzado.

En los hipogeos egipcios, cámaras subterráneas utilizadas para entierros múltiples, se encontraron pinturas que representaban las diferentes fases de la preparación del cuero y de los calzados. Las sandalias de los egipcios estaban hechas de paja, papiro o de fibra de palmera.

En Mesopotamia eran comunes los zapatos de cuero crudo, amarrados a los pies por tiras del mismo material. Los coturnos eran símbolos de alta posición social. Los Griegos llegaron a crear modelos diferentes para el pie izquierdo y el derecho.

En Roma el calzado indicaba la clase social: los cónsules usaban zapatos blancos, los senadores zapatos marrones prendidos por cuatro cintas negras de cuero atadas con dos nudos y el calzado tradicional de las legiones eran los botines que descubrían los dedos.

En la edad media, tanto hombres como mujeres usaban zapatos de cuero abiertos que tenían una forma semejante a las zapatillas. Los hombres también usaban botas altas y bajas amarradas delante y al lado. El material más corriente era la piel de vaca, pero las botas de calidad superior eran hechas de piel de cabra.

Los romanos terminaron por dar al pie femenino valor erótico y consideraban impúdico mostrarlo, por lo que a finales de la Antigüedad decayó el uso de la sandalia y ganó terreno el zapato.

De este modo, la sandalia para el ámbito de la Iglesia como calzado episcopal, siendo prohibido su uso a los presbíteros, y aunque las sandalias episcopales siguieron llamándose así, eran un híbrido entre sandalia y zapato.