La Reforma Electoral del Presidente

Por Aldo COSTILLA ROJAS

CHOLULA.- Circula en mensajes de whats app una sentencia tan definitiva como falsa: “…si el INE llega desaparecer, será el principio de una dictadura, hay que analizarlo a profundidad, gracias por el apoyo”. Estás líneas además de ser parte de un panfleto locuaz, son la tesis central de una narrativa creada por grupos opositores a la Cuarta Transformación que, sin análisis serio, manifiestan que la Reforma Electoral presentada por el presidente López Obrador es un atentado a la democracia y un mecanismo para hacerse del poder más allá de un sexenio.

Quienes piden seriedad y un “análisis a profundidad” no presentan una explicación veraz de porqué la iniciativa es la antesala a la dictadora y, sinceramente, no podrán hacerlo pues la Reforma Electoral no es, ni de cerca, lo que tanto acusan: ni es el principio del fin de la democracia ni es un artificio unilateral y autoritario por parte del Ejecutivo Federal.

En primera instancia, todos los puntos presentados en la minuta de reforma tienen el respaldo popular. De acuerdo a una encuesta telefónica ordenada por el propio INE, el 93% de los entrevistados esta de acuerdo o muy de acuerdo con que se destinen menos recursos a los partidos políticos. Un 87% esta de acuerdo o muy de acuerdo que se reduzca el número de legisladores federales, tema que plantea la enmienda constitucional, pasando de 500 diputados a 300 y de 128 senadores a 96. Dos terceras partes de los encuestados expresan estar de acuerdo o muy de acuerdo con reducir los recursos que se le dan al INE. UN 78% esta de acuerdo que los Consejeros y Magistrados sean electos por la ciudadanía.

La demanda es muy clara: ciudadanizar al órgano electoral y que deje de ser un reservorio de hijos de las elites.

El desencanto entre la mayoría de los mexicanos y el Congreso tiene su origen en la percepción de que lo que ahí se legisla poco o nada tiene que ver con resolver los problemas de las familias, es decir, el trabajo legislativo no significa una vía o herramienta para combatir las demandas más sentidas de los mexicanos. El Presidencialismo concentra las acciones de gobierno en el poder ejecutivo y para muchos mexicanos el Congreso es un aparato élite de canonjías y privilegios.

Esta vez los congresistas tienen la oportunidad de reformar el andamiaje electoral que a todas luces es repudiado o, al menos, no está en concordancia con las aspiraciones democráticas de los mexicanos, quienes exigimos una democracia menos costosa, con directivos menos prepotentes y tan alejados de la realidad social. El clamor es evidente: ya no se quieren más Lorenzos Córdovas ni Ciros Murayamas, intocables, siendo dueños de la verdad, electos por acuerdos entre grupos cupulares.