La Pasarela
Ya abrieron la UDLAP ¿y ahora?
¿Quién le paga a los guardias de seguridad que resguardan la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP)?
En la respuesta viene el meollo del asunto.
Y es que se sabe, siempre les pagaron los integrantes de la Fundación Jenkins, los que jamás perdieron el control de las cuentas bancarias, tras una orden de juez.
En consecuencia, al no haber elementos de la Policía Estatal resguardando o tomando las instalaciones y sólo los guardias privados, ¿siempre tuvieron el control de ingresar?
Obvio.
Ahora, luego de que tienen otra vez ya a la vista de todos, la oportunidad de reanudar clases presenciales, no lo hacen.
Y no regresan a las aulas, porque no les conviene.
Cecilia Anaya Berríos, rectora de la institución nombrada por los integrantes de la Fundación Jenkins, aseveró que era una farsa la apertura y por eso no lo hacían, hasta que sus patrones, estuvieran a salvo.
Entonces pasó lo que se esperaba.
Se cayó su juego e insisten, ahora ellos solos, en no reanudar clases presenciales que antes clamaban.
Todo parece indicar, que jamás les han interesado realmente los estudiantes, sino controlar los 720 millones de dólares y la administración de la universidad creada por William O.Jenkins.
El dinero se lo llevaron a paraísos fiscales hace varios años y ahora buscan protegerse de las seis órdenes de aprehensión que pesan sobre ellos por el presunto fraude cometido.
Para lograrlo agarraron a un puñado de estudiantes como carne de cañón, quienes han sido manipulados a complacencia.
Todo porque el litigio sigue.
Así que el problema sigue y seguirá otro rato.
Pregunta seria: ¿Ahora que ya pueden tomar clases y se reabrió la institución, cuál será el grito de batalla o #Hashtag?
La herencia
«Los padres no deben dejar grandes fortunas como herencia, sino más bien enseñarlos y ayudarlos a trabajar para que ellos mismos generen lo que necesiten», sentenció William Oscar Jenkins, en su testamento, firmado en 1958, en posesión de este reportero.
Así, lo publicamos hace unos meses, donde el magnate antes de morir ordena que su fortuna será entregada a la Fundación Mary Street Jenkins, creada en memoria de su esposa, quien falleció en 1944.
Extraoficialmente se maneja que dejó más de 93 millones de pesos en ese entonces para la Fundación Mary Street Jenkins, inversión que creció a más de 772 millones de dólares, los que se llevaron.
Al parecer para ellos no está en su agenda seguir al pie de la letra el testamento incómodo, para lo que presuntamente se creó una red en complicidad para extraer los recursos al quitar candados.
Ahora, 63 años después del testamento, el patrimonio de esta fundación registrada en Puebla se mudó en abril de 2014 a Aguascalientes, para que a finales de ese año se trasladó al país de Barbados.
En 2016 cambió de nueva cuenta a Panamá, desde donde se administró, fuera de la legislación mexicana para las asociaciones de beneficencia pública, según las denuncias presentadas.
Por eso les urge retomar el control, para salir victoriosos, libres y multimillonarios, aunque están aún lejos de lograrlo.
Tiempo al tiempo.