Primera parte
Por: Dr. Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ
CHOLULA.- La carrera de medicina se divide en tres partes antes de poder ser médico general, la primera consiste en 5 años de estudio en la Universidad, de los cuales, en los últimos semestres se realizan prácticas hospitalarias para iniciar el contacto con pacientes, iniciando así el ejercicio de la medicina real por primera vez.
La segunda parte es un año de internado de pregrado, donde por 365 días los futuros médicos realizan una estancia hospitalaria, realizando guardias cada 72 horas, la permanencia de dichas guardias es de mínimo 36 horas, finalmente, la última parte es el año de servicio social, donde muchos emigran a comunidades rurales para retribuir al estado la inversión que se ha hecho en su educación (este fue el fundamento cuando se instauró hace ya más de 40 años), algunos otros nos quedamos en la ciudad para realizar investigación en hospitales de tercer nivel, otros cuantos permanecen a disposición de la universidad para brindar sus servicios dentro de la misma.
Mucho se ha debatido sobre la necesidad del servicio social, pues ya son varios los compañeros que han perdido la vida en el viaje o durante la estancia en las clínicas rurales, la inseguridad, aunado a los recortes de la ya de por sí raquítica beca que se ofrecía, ponen en tela de juicio a este terrible año para muchos.
Sin embargo, el tema de esta columna es el año de internado, donde se forman y foguean por primera vez al futuro de la medicina de este país, surgen severas dudas en los profesionales, pero sobre todo, en los propios internos, los cambiantes tiempos hacen que la necesidad de ajustarse sea imperativa, atrás deben quedar los castigos y guardias absurdas, el modelo de evaluación debe ser práctico, el aprendizaje en este año, que para muchos es el único donde están en un hospital de segundo nivel, es intangible, y se convierte en una dificultad mayor el evaluarla con un modelo tradicional.
La educación a nivel mundial evoluciona a pasos agigantados, mientras en nuestro país, caracterizado por tener a los mejores clínicos del continente, seguimos rezagando la educación del futuro de la medicina, doblegando con jerarquías absurdas y desviando completamente la atención del objetivo principal, que es su aprendizaje para poder volar en solitario, es la hora de reformar los programas educativos tanto de las universidades como de los hospitales.