CHOLULA.- Los origines de la falda se remontan a varios miles de años. Los asirios, sumerios y egipcios, ya contaban en su vestuario con la falda. Curiosamente, era una prenda de vestir utilizada tanto por hombres como mujeres. Pero fueron los antiguos egipcios los que la
evolucionaron. La historia de la falda es la de un progresivo alargamiento, mientras la falda pantalón egipcia de hace tres mil quinientos años, estaba hecha con un simple retazo de lino. Originalmente la falda en Egipto era pieza unisex, que subía por encima de la rodilla para los hombres y caía hasta los pies para las mujeres. En los tiempos del mundo clásico prefirió el vestido talar, atuendo que terminó por dividirse en dos: la falda sería definitivamente, desde entonces, lo que bajaba de la cintura a los pies.
Por lo tanto, tanto los griegos como los Romanos utilizaban la falda hasta las rodillas para los hombres, y la falda larga para las mujeres. Algunas de estas últimas incluso llevaban tirantes.
Y en la Edad Media, la saya (precedente de la falda) era la prenda característica más habitual en el vestuario femenino. En el fondo, las sayas eran faldas con pliegues que a veces incluso arrastraba un palmo. De todos modos, mediatizada por la falda fue vestido popular hasta principios del siglo XIX. En el hombre principalmente solía ir acompañada de una camisa.
Evolución de la falda
En el siglo XVI en España, la falda se generalizó con Carlos I, hacia el año 1520, tras la llegada de las modas de Flandes, quedando desde entonces marcada profundamente la moda española masculina y femenina en todas las esferas de la vida cortesana, mudando modos y modas de la noche a la mañana
Entre los cambios producidos está el de la falda saboyana. En los siglos XVI y XVII españoles, se hablaba también de las basquiñas, especie de saya negra o falda acortada hasta un palmo por debajo de la rodilla, que se llevaba encima de otras ropas y servía para salir a la calle en días de fiesta.
Era una prenda plisada, de rizos y arrugas regulares que caían en vertical, rizada a pliegues, ajustada sobre las caderas. Tanto la saya como la basquiña era una falda cerrada que se vestía por la cabeza.
La falda larga fue común hasta el siglo XVIII. Hacia 1730, la bailarina belga Mariana de Cupis alias La Camargo, una de las más brillantes bailarinas de la Ópera de París, innovadora del ballet, cansada de arrastrar faldones decidió acortarlos casi por la mitad y provocó un escándalo: cortar las faldas era castigo que se daba entonces a la mujer sospechosa de mala vida.
Paralelamente, el modista francés André Courrèges lanzaba su línea: falda cortita de espíritu futurista, con leotardos opacos y casco de astronauta en la cabeza. Pero lo del modista francés era alta costura mientras que la prenda de Mary Quant estaba diseñada para el gran público, hecho que la catapultó al éxito.
La falda había sido reducida a la mínima expresión. Con gran regocijo para los hombres, ya podían casi comprender literalmente, aquello de viva la diferencia.