Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- La Estatua de Zeus en Olimpia fue una escultura obra del escultor griego Fidias. Situada en Olimpia, (Grecia), es una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Lamentablemente, fue destruida durante el siglo V d. C. Sólo se tiene conocimiento de ella por representaciones en monedas y las descripciones de historiadores antiguos.
Hacia el año 437 a. C., Fidias, exiliado de Atenas por motivos políticos, se dirigió a Olimpia para atender el encargo de los responsables del santuario de Zeus. Debía iniciar la obra de lo que con el tiempo acabaría convirtiéndose en una de las siete maravillas de la antigüedad: la estatua de Zeus en Olimpia.
Por aquellas fechas ya había esculpido la célebre imagen crisoelefantina de Atenea para el
Partenón, así como la no menos espectacular estatua de la misma diosa, que se alzaba, con sus casi 10 metros de alto, sobre la Acrópolis ateniense. Obras todas ellas que le habían convertido en el mejor escultor griego de su época.
En Olimpia, Fidias debía esculpir y erigir una imagen de Zeus para el culto, en el interior del templo dórico construido entre 466 y 456 a. C., en honor del gran dios del Olimpo. Fidias optó por un Zeus sentado en su trono para de ese modo aprovechar al máximo el espacio disponible (si lo hubiese esculpido de pie, habría alcanzado los 18 metros de altura).
En la mano derecha llevaba la figura alada de la Victoria, símbolo del triunfo en los Juegos Olímpicos, mientras que en la izquierda sostenía un cetro decorado con incrustaciones de metales preciosos, símbolo a su vez de su condición de rey de los dioses, rematado en su extremo superior por un águila, el emblema de Zeus.
El resultado de la obra del escultor griego Fidias fue una estatua de 13 metros de alto tallada en marfil y oro. Implantada sobre una base de mármol de 1 metro de altura. Era realmente espectacular.
Solo la estatua ya ocupaba por entero el extremo occidental del templo, todo un reto teniendo en cuenta tanto los materiales empleados como las dimensiones totales, y solo se podía contemplar a cierta distancia, ya que unas pantallas decoradas con pinturas impedían aproximarse hasta ella.
El dios estaba tallado por entero en marfil, salvo por lo que respecta a las prendas de vestir y las sandalias, esculpidas en oro. Dichas prendas llevaban además motivos decorativos en forma de flores y animales, y la cabeza estaba adornada con una corona de olivo.
El imponente cuerpo descansaba sobre un elaborado trono de ébano y marfil, toda una obra maestra por sí solo. Estaba decorado con relieves de figuras y escenas mitológicas varias con incrustaciones de oro y piedras preciosas.