Por: Dr. Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ
CHOLULA.- Fue en 1928 cuando Alexander Fleming descubría el primer antibiótico masivamente usado, la penicilina, un descuido mientras se iba de vacaciones produjo las primeras cepas de penicilina, originario de las esporas de un hongo, las cuales han evolucionado al punto de ser creadas en el laboratorio de manera sintética.
Con el nuevo descubrimiento, aplicado de manera masiva, se fueron controlando grandes enfermedades, hasta ese entonces incontrolables, los riesgos quirúrgicos se redujeron drásticamente, así como la mortalidad por una muela picada, o una uña enterrada, con el paso de los años, nuevos antibióticos fueron descubiertos, desde cefalosporinas, macrólidos, lincomicinas, desde antimicrobianos en formas “naturales” hasta sintetizados artificialmente.
Paralelo a la evolución de los antibióticos, la ley de la adaptación hacía de las suyas, pues los microbios también empezaron a evolucionar, e iban generando resistencia a dichos fármacos, sin embargo, el riesgo de tener una cantidad finita de opciones ante un universo con adaptaciones infinitas, fue agotando los tratamientos al punto en el que nos encontramos hoy en día.
Hoy por hoy, nos encontramos en el umbral del nacimiento de las súper-bacterias, esa temida fase evolutiva de la que tanto nos advertían en la universidad, donde ningún antibiótico sería suficiente para detener la replicación del patógeno, hoy los antibiogramas, esos estudios donde sabemos que antibiótico funciona de manera efectiva para cierta bacteria, se vuelven una necesidad imperativa ante el avance de la resistencia antimicrobiana, pues muchos microorganismos lejos de ser destruidos por los medicamentos, se vuelven aún más fuertes.
Estamos viendo el nacimiento de las nuevas cepas multi-resistentes, las cuales son capaces de aguantar los antibióticos más fuertes que tenemos, con cualquier combinación, el problema es que desde hace años no se desarrollan masivamente antibióticos, y los que son de reciente creación aún carecen de aprobación para uso en humanos, tal pareciera que los reservan para cuando estas nuevas bacterias súper poderosas se vuelvan la nueva pandemia, pues según algunos estudios, es muy probable que la siguiente crisis a nivel mundial no sea un virus, sino una bacteria.
Es imperativo hacer conciencia sobre el juicio clínico así como dar una prescripción consciente y razonable, muchos esfuerzos se han hecho para tener un uso razonable de antibióticos, sin embargo, no solo es responsabilidad del ámbito médico, también es deber de la sociedad entender que la solución a todos los males no son antibióticos malamente prescritos, solo así podremos detener el inminente futuro que nos depara cuando las súper bacterias empiecen a migrar de los hospitales a las calles.