La Ducha

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- Hace un buen tiempo, hablamos del origen de la bañera, un elemento importantísimo a lo largo de la historia desde las culturas clásicas y hasta nuestros días. No obstante, aunque todavía la utilizamos, hace varias décadas que muchas personas han jubilado las grandes bañeras por platos de ducha: pero ¿cuál es el origen de las duchas? Los primeros testimonios se remontan a Grecia y Egipto, y, sin embargo, su verdadera invención no ocurriría hasta principios del siglo XIX…

De la Antigua Grecia a la era moderna

Hace más de dos milenios (¡se dice pronto!) que el alcantarillado y los acueductos griegos y romanos permitieron la creación de casas de baño para hombres libres y esclavos; sin embargo, debemos tener presente que estas instalaciones eran de uso comunal y, aunque solían utilizarse diariamente, nunca trasladaron la ducha a las viviendas particulares.

Tras la caída de estos imperios, el aseo personal sería vigilado con recelo durante varios siglos, convirtiéndose en un hábito minoritario. La tecnología griega/romana quedaría en desuso hasta las primeras patentes a finales del siglo XVIII, como la de William Feetham, que presentó un primer prototipo de ducha de bombeo manual en 1767.

El origen de la ducha en la Inglaterra victoriana

Todavía tendrían que pasar más de cincuenta años para que encontremos testimonio de las primeras duchas “English Regency”, que bombeaban agua sobre el usuario y, posteriormente, la devolvía al depósito superior para su reutilización. Sin embargo, estos prototipos todavía se veían con cierto exotismo o, directamente, como una extravagancia, y esa seguiría siendo la opinión mayoritaria hasta la reinvención de las tuberías de plomo que consiguieron evitar problemas graves de fugas de agua en el circuito y llevar agua hasta las casas de la Inglaterra victoriana: así, conectar las duchas a agua corriente dio ese giro de ciento ochenta grados que se requería para empezar a maximizar la práctica.

De cualquier modo, serían otros tres grandes eventos los que han terminado por componer el escenario actual de partidarios de la ducha: el agua caliente que convirtió el baño en una actividad mucho más relajante, las mejoras constantes de los modelos, que llegaron de la mano de centros penitenciarios —por ejemplo, el modelo de ducha que inventó el doctor Merry Delabost en Bonne-Nouvelle (Ruan) para dar una mejor higiene a los internos— y el ejército, y, finalmente, el coste económico del agua y el descubrimiento del cambio climático, que ha sido el hecho definitivo que ha supuesto ese cambio de la bañera al plato de ducha, donde la primera ha continuado siendo mayoritaria hasta más allá de 1950.