Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- ¿Qué clase de farsa, de espectáculo, de burla, de cinismo, de frivolidad, de abuso,… estamos viviendo los poblanos en esta contienda electoral? Y que digo poblanos, en todo México la contienda electoral se está convirtiendo en un verdadero circo.
Hoy, al igual que hace tres años, los mayores escándalos se dieron al interior del partido Morena y no pasó nada. A diestra y siniestra los operadores nombrados por AMLO impusieron candidatos de otros partidos menos del propio.
Ya es vox populi que volvieron a vender las candidaturas, espero que no haya sido así. Gabriel Zaid le llamó al fenómeno: “chapulinato”. Lo sorprendente es que el Peje sigue firme en las encuestas: un síndrome de hartazgo e ignorancia.
Y al “chapulinato” hay que agregarle la guerra de lodo, por decirlo con suavidad, que está tomando rumbos insospechados que presagian violencia. O quizá exagero y no se trata sino de un escarceo, a ratos soso, a ratos grosero, a ratos rabioso; con el que precisamente se evita la violencia.
Esto último lo explican muy bien los psicólogos sociales. La farsa electoral encubre una situación de control extremo por parte de grupos con una gran influencia en los diferentes protagonistas tanto del Estado, como de las instituciones ciudadanas de todo tipo, incluidas el Instituto Nacional Electoral, y hasta el mismísimo Congreso (y no se diga los congresos estatales).
Y es que no se puede pensar de otra manera cuando los candidatos se siguen “dando hasta con la cubeta”, como dice mi amigo Octavio Rodríguez, y no pasa nada.
Escándalos y más escándalos y “no pasa nada”
Que el uno es un ladrón, que el otro es un corrupto, que si le pega a las mujeres, etcétera. Y por si fuera poco, las “verdaderas” campañas apenas empiezan y seguramente viene lo peor: todo apunta hacia una batahola de mil demonios.
Ya nos acostumbramos a este circo político en el que los escarceos se dan en todos lados, especialmente en las redes sociales de internet, con acusaciones mutuas de abuso de autoridad, de vínculos con el narco o con personajes nefastos, de dinero mal habido, de propiedades inexplicables y exageradamente costosas.
Y no son sólo las redes sociales, ya todos los medios le entran a la refriega. Ya llevamos largo rato en que los principales diarios le están haciendo eco a la faramalla. Y no se diga los noticieros de la radio, y la televisión.
Seguramente las instituciones involucradas, la Fiscalía Especial para la Prevención de Delitos Electorales, y hasta los mismísimos Instituto y Tribunal Electorales, no hacen nada porque no hay demandas concretas, con documentos, con pruebas objetivas.
Pero si esto último es cierto, entonces la cosa esta peor; la farsa está autorizada ya que en campaña se sigue diciendo lo que sea y no pasa nada: espectáculo pleno. ¿Qué es lo que está pasando, qué es lo que está en el fondo de esta deplorable farsa electoral? Una contundente y lamentable pérdida de valores humanos.
Ya perdimos los valores humanos
Como dice Mario Vargas Llosa en su ensayo sobre La civilización del espectáculo, todos los grandes pensadores liberales, desde John Stuart Mill hasta Karl Popper, pasando por Adam Smith, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Isaiah Berlin y Milton Friedman, señalaron que la libertad económica y política sólo cumplía a cabalidad su función civilizadora, creadora de riqueza y de empleo y defensora del individuo soberano, de la vigencia de la ley y el respeto a los derechos humanos, cuando la vida espiritual de la sociedad era intensa y mantenía viva e inspiraba una jerarquía de valores respetada y acatada por el cuerpo social.
El gran fracaso, y la crisis que experimenta sin tregua el sistema capitalista –la corrupción, el tráfico de influencias, las operaciones mercantilistas para enriquecerse transgrediendo la ley, la codicia frenética que explica los grandes fraudes de entidades bancarias y financieras, etcétera- no se deben a fallas constitutivas a sus instituciones, sino al desplome de ese soporte moral y espiritual encarnado en la vida religiosa que hace las veces de brida y correctivo permanente que mantiene al capitalismo dentro de ciertas normas de honestidad, respeto hacia el prójimo y hacia la ley.
Cuando esta estructura, invisible pero influyente, de carácter ético, se desploma y desvanece para grandes sectores sociales, sobre todo aquellos que tienen mayor injerencia y responsabilidad en la vida económica, cunde la anarquía y comienzan a infectar la economía de las sociedades libres aquellos elementos perturbadores que provocan una creciente desconfianza en un sistema que parece funcionar sólo en el beneficio de los más poderosos (o de los más bribones) y en perjuicio de los ciudadanos comunes y corrientes, carentes de fortuna y privilegio.
Operadores políticos sin ética
Vargas Llosa se apoya en Weber: “La religión que en el pasado, dio al capitalismo una consistencia grande en las conciencias, como lo vio Max Weber en su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo, al banalizarse desaparecer en muchas capas de la sociedad moderna –en las élites precisamente-, ha contribuido a provocar esa crisis del capitalismo”.
¿La incipiente democracia mexicana se tambalea? Es decir ¿avanza con muchas dificultades o ya de plano estamos viendo su fracaso? ¿Usted qué opina? Para mí, retomando la crítica de Vargas Llosa, lo que urge es una Constitución Moral. Curiosamente es una de las propuestas más controvertidas de AMLO. ¿Usted qué opina?
Quise abundar sobre el análisis más agudo que el gran premio Novel hiciera en su ensayo político, porque a no pocos mexicanos nos ha sorprendido con las críticas ligeras que ha venido haciendo al Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Vargas Llosa se equivocó el populismo de AMLO se asemeja mucho al de Lula Da Silva en Brasil y está muy lejano al de los gobiernos castristas de Chávez y Maduro en Venezuela.
Visto con objetividad AMLO resultaría un Lula Da Silva pero ilustrado e incorruptible, hay que recordar que ha escrito nada menos que 16 libros sobre la vida económica política y social de nuestro país. Creo que Vargas Llosa debería buscar una entrevista con AMLO.
Aclaro finalmente, que esta apreciación política no significa que esté de acuerdo con el cochinero en que nuevamente se convirtió la designación de candidatos en el partido Morena.
Bibliografía: La civilización del espectáculo de Mario Vargas Llosa, editado por Punto de Lectura.