Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- Se sabe que existían alfombras de pelo hace treinta mil años, y junto a ellas hubo también esteras de junco o enea sobre las que se extendía la yacija (cama muy pobre o cualquier cosa utilizada para extender sobre el suelo para dormir). Fue en Oriente Próximo, donde la alfombra alcanzó categoría artística ya en tiempos de la Grecia clásica: los griegos hablan de su belleza.
En Babilonia la tumba del rey persa Ciro el Grande estaba alfombrada de tal manera que Alejandro Magno quedó maravillado tras visitar el soberbio lugar.
Jenofonte, historiador griego del siglo IV a.C., menciona alfombras gruesas muy elásticas, con entrehilados de oro. También Calístenes describe por entonces ejemplares de alfombras de púrpura y lana de oveja con dibujos a los lados que se desplegaban a modo de hermosos tapices en los banquetes de la corte de Polomeo de Egipto.
La alfombra más antigua que conservamos data del siglo V a.C., y fue encontrada en Altay, entre Mongolia y China. Tiene cuatrocientos veinte nudos por centímetro cuadrado y procede sin duda de intercambios comerciales con los persas del Oeste. También se han hallado alfombras de fieltro en tumbas orientales muy antiguas.
la España musulmana en el siglo IX, las mezquitas estaban alfombradas con ricos ejemplares traídos de Egipto y Siria. Muchas de estas alfombras utilizaban el pelo de camello y pelo de cabra como urdimbre. Sus adornos se limitaban a figuras geométricas y motivos vegetales.
La palabra alfombra tiene etimología árabe; a este respecto escribe Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana (1611): “Alhombra es lo mesmo que tapete (…) vale alhombra tanto como ‘colorada’, porque no embargante que está texida de muchas colores, entre todas la que más campea es la colorada”.
Cuando en 1254 Leonor de Castilla, se casó con Eduardo I de Inglaterra, la reina española llevó a la corte inglesa alfombras tejidas en España: parece que fueron las primeras piezas de valor que arribaron a aquellas islas.
Eran alfombras orientales, ya que las primeras alfombras con nudo español datan del XV y se fabricaron en el pueblo albaceteño de Alcaraz. Tal precio alcanzó, que muchos comerciantes valencianos y genoveses combatían la inflación del dinero comprando alfombras.
En el siglo XVI, empezó a fabricarse en Europa la alfombra de nudo flamenco, y hacia 1620 el francés Pierre Dupont inició en París su industria de alfombras en una vieja fábrica de jabón donde también verían la luz los famosos tapices de la Savannerie.
Todos los países protegían su industria de alfombras y hacia 1701 Guillermo III de Inglaterra concedía cédulas y privilegios a los fabricantes de este artículo suntuario, así como a los tapiceros de Wilton.
Como curiosidad, el mejor museo de las alfombras del mundo sea el ubicado en Teherán, que recoge una amplia y exquisita colección de más de 1.500 ejemplares espectaculares.