Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- La primera gran arte atribuida al uso del fuego es la alfarería. Pero no tiene un origen único. Sus principios fueron descubiertos por diversas poblaciones de cazadores recolectores que, desde el paleolítico superior, fabricaron figurillas y recipientes en arcilla cocidos al fuego.
Con la posible excepción de algunas regiones de Asia en el décimo milenio, la aparición de la alfarería se trató de una invención sin futuro. Probablemente debido a la dudosa utilidad que, para los pueblos nómadas, tienen los recipientes frágiles y voluminosos.
Luego, asignar una “fecha de invención de la alfarería” no tiene mucho sentido, como lo reconocen los mismos arqueólogos.
Lo que cuenta no es solamente que una capa arqueológica encierre vestigios de alfarería, sino que los niveles superiores, correspondientes a épocas más actuales, también los contengan.
La sucesión de tiestos encontrados proporciona la prueba de una continuidad cultural. Muestra, de manera segura, que el arte de la alfarería no es algo ocasional, sino una verdadera técnica transmitida de generación en generación.
El período histórico en el que se puede ubicar el origen de la alfarería data aproximadamente del séptimo milenio en el Mundo Antiguo. En el Próximo Oriente, en los Balcanes y en la costa occidental del Mediterráneo.
La necesidad de recipientes de arcilla cocida, de todos tipos y portes, se hace sentir por razones evidentes.
Por una parte, las vasijas pueden ponerse al fuego, lo que permite la preparación de sopas, caldos y platos cocinados, que forman el régimen alimentario básico de las poblaciones agrícolas.
Por otra parte, los productos de la cestería y del trabajo del cuero son, totalmente o en parte, inadecuados para contener líquidos, como la leche, el vino o la cerveza. Finalmente, es más fácil fabricar vasijas de arcilla que recipientes de piedra o de madera.
Los inicios de la industria de la alfarería son también contemporáneos a este periodo, ya que los costos de producción bajan considerablemente con la fabricación “en serie», que se realiza en talleres especializados y que trabajan para un vasto mercado.
Este modo de fabricación obedece también a la presencia de buenas tierras arcillosas y del combustible adecuado, lo que lleva a una centralización natural de la producción en ciertos yacimientos.
Este fenómeno se conoce desde la época protohistórica y antigua. Al contrario, el caso de una industria de la alfarería que exporte sus productos a nivel internacional es atestiguado bastante más tardíamente en la Atenas de la época clásica.