CHOLULA.- Intente acabar con mi vida cuando apenas rebasaba la mayoría de edad, porque me sentía muy rechazada tanto en la escuela como en mi casa. En las clases no tenía amigos, y de cualquier forma no podía integrarme a ellos. En mi casa había muchos problemas entre mis padres, que discutían por todo, de hecho hablaban de una separación definitiva, pero no llegaban a ningún acuerdo.
Algunos años más tarde, cuando tenía problemas con algún novio, o incluso en algún empleo, surgía de nuevo la idea de no querer vivir. Pensaba que con morir se acababa la angustia de no sentirme parte de nada y esa terrible insatisfacción por la vida.
Me sentía muy frustrada pese a mi juventud, y a cualquier motivo de esperanza que alguien tratara de inculcarme. Sentía que la vida era muy pesada para mí, mientras que los demás la percibían con cierta alegría.
En realidad después de mi llegada a una terapia como la del Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos. Mi vida ha tomado otro rumbo. Actualmente
Esos deseos de agredirme no han regresado y por el contrario me siento más tranquila, y con mayores esperanzas.
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