CHOLULA.- Buen día compañeros. Mi nombre es Guadalupe y soy alcohólica. Yo era una persona ingobernable, hacía lo que quería, mis amigos siempre me invitaban a salir, al baile o a dar la vuelta. Era una persona irresponsable, soberbia y orgullosa.
Me peleaba mucho con mi mamá, chocábamos por nuestro carácter y si ella me decía algo, yo le contestaba. Creía tenerlo todo y nunca acepté que tenía un problema con la bebida, porque solo bebía con mis amigos.
Un día, mi hermano me invitó, varias veces, a ir a un Grupo de mujeres que sesionaba los sábados, pero yo ponía mil pretextos para no ir. Cuando supe que él también iba, decidí ir porque creí que a lo mejor necesitaba apoyo de la familia. Comencé a ir y, sorprendentemente, me gustó tanto que volví a ir, hasta que una compañera me dijo que fuera al grupo mixto de lunes a sábado.
Desde que empecé a ir, sentí la presencia de Dios. Me sentía tranquila espiritualmente y decidí quedarme. A veces, ya quería que fueran las ocho y media para estar en el Grupo.
Veía que mi hermano había cambiado porque, cuando él tomaba, me molestaba mucho por los escándalos que hacía, pero nunca me vi yo, lo criticaba y no me daba cuenta de que él no era el único que estaba enfermo.
En el Grupo, me descubrí y me empecé a conocer como de verdad era, gracias a las experiencias de mis compañeras que eran muy similares a las mías. Sobre todo, me empezó a agradar más cuando viví el aniversario del Grupo, ahí descubrí que puedo divertirme, bailar y gozar sin los efectos del alcohol. Además, mis dizque amigos comenzaron a decirme cristiana y monja porque ya no les contestaba el celular y, cuando lo hacía, les decía que no podía salir porque tenía un compromiso, ellos ya sabía que el compromiso era en Alcohólicos Anónimos. Unos me respetaron, otros me dejaron de hablar.
Hoy, trato de hacer cambios en mi persona, de ser mejor mamá e hija, y de tener conciencia antes de actuar. Doy gracias a Dios por un nuevo amanecer y porque sé que está conmigo.
Ya no contesto, solo escucho porque ya no quiero regresar al infierno del alcoholismo.
Quiero ser feliz, y con mi familia de AA lo soy porque sé que son mis amigos verdaderos y sé que no van a soltarme. No soy perfecta, pero trato de ser mejor. Sé que aún me falta mucho, pero ahora tengo una mejor relación con mis padres y comprendo cómo se sentían.
Hoy me siento feliz porque sé que AA es mi vitamina.