Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó el pasado lunes (8/3/21) que las fuertes protestas feministas han comenzado en su gobierno y acusó a los conservadores de estar detrás de la manifestación del Día Internacional de la Mujer.
«Antes no había esas protestas, empezaron con nuestro Gobierno porque valiéndose de un movimiento justo, noble, se aprovechan para lanzarse contra el gobierno, es que ya rompimos el pacto, pero el pacto que había con la oligarquía, que se dedicaba a saquear», expresó el mandatario.
En su rueda de prensa matutina, nuestro líder defendió la inédita valla que su gobierno colocó el viernes alrededor del Zócalo de Ciudad de México y el Palacio Nacional, donde él vive y trabaja.
La cerca, que el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, llamó en redes sociales «muro de la paz», desató críticas de algunas mujeres por ser un “símbolo de temor y represión del gobierno”, pero el Presidente argumentó que fue para proteger a las manifestantes de petardos y bombas molotov.
«Somos distintos a los conservadores que ahora se disfrazan de feministas y se molestan porque se puso una valla para evitar la violencia, para que no haya actos de violencia y no queremos que se lastime, se dañe a nadie», aseveró el Presidente.
López Obrador tiene razón, la violencia no hace otra cosa más que generar más violencia. A todas luces fue evidente que en las protestas hubo infiltradas que no fueron a otra cosa más que a provocar y destruir.
Se molestan porque se puso una valla, que se instaló para evitar la violencia y cuidar a las mujeres.
El verdadero feminismo desde sus orígenes nunca ha sido violento, sino todo lo contrario: pacífico, propositivo, racional y con propuestas muy claras.
En los Estados Unidos y en Europa el movimiento feminista va muy avanzado, ha sido parte importante de las políticas de bienestar social impulsadas por los sindicatos y por Organizaciones No Gubernamentales.
Sin embargo, en México a pesar de que se inició hace ya un siglo, ha sido marginal, elitista: se ha restringido a las universidades y a los pocos grupos culturales organizados.
El verdadero feminismo mexicano surgió a fines de los años 60 cuando circuló en el ambiente intelectual una traducción argentina de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, editada por Siglo XX, en dos tomos.
Escrito en 1949, el día de hoy se reconoce como una de las obras fundacionales del feminismo, que además utiliza los conceptos existencialistas para indagar acerca de la vida de las mujeres. En la UAP se conoció gracias a Marcela Lagarde.
Más que un ensayo, es todo un tratado sobre la identidad de las mujeres y de la diferencia sexual desde los puntos de vista psicológico, histórico, antropológico y biológico; además de estudiar la reproducción y la relación afectivo-sexual.
La teoría principal que sostiene Beauvoir es que “la mujer” (coqueta, cariñosa, etc.) es un producto cultural que se ha construido socialmente. La mujer se ha definido a lo largo de la historia siempre respecto a algo: como madre, esposa, hija o hermana.
Feminismo de equidad
Así pues, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios. Muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. La frase que resume esta teoría es muy célebre: “No se nace mujer: llega una a serlo”.
Tras escribir El segundo sexo y recibir multitud de cartas escritas por mujeres diciendo que ahora comprendían mejor sus vidas, la filósofa se dio cuenta de que hacía falta un cambio social y político, por lo que se hizo feminista.
El texto se considera hoy como la obra principal de referencia de la corriente denominada feminismo de la equidad. Como dato curioso, estuvo incluido en el catálogo de libros prohibidos por la Iglesia Católica.
Pero ¿quién era la Simone de Beauvoir de antes de El segundo sexo, esa que consideraba haber recuperado todos los privilegios? Sin duda, una mujer que gozaba de reconocimiento y de una buena posición social. Es decir, ya era parte de la élite cultural francesa.
Tras una infancia marcada por la ruina económica y el deterioro de la relación entre sus padres, se abrió pronto paso por sí misma gracias a un ambicioso plan de vida concebido en su adolescencia, cuando decidió ser escritora.
Estudiante brillantísima, se licenció en un tiempo récord en letras con especialización en filosofía, y a los veintiún años ya era profesora, oficio que ejerció en los liceos de Marsella, Ruán y París.
Presidente feminista
Pero no lo abrumo con más datos sobre la Beauvoir, si se interesa mejor lea su texto, me lo va a agradecer porque incluso ofrece lecciones sobre el acto sexual pleno desde el punto de vista de la condición femenina.
En este escrito mi interés es el de ofrecer mi punto de vista sobre la exageración y mala interpretación que algunos comentaristas (principalmente los del diario Reforma) han difundido sobre las aparentes contradicciones en las que ha caído el Presidente.
Han dicho de todo. Por ejemplo para Sergio Aguayo “El Presidente no entiende el movimiento feminista, que podría ser el nuevo sujeto del cambio histórico”; para Luis Rubio “El Presidente se siente amenazado; lo muestra en forma de temor y de desdén que revelan su desprecio por las demandas feministas”.
Algunos hasta llegan a tacharlo de “macho tardío” sin embargo, lo que yo veo es a un hombre formado en la Revolución Juvenil de los años 60 en la UNAM. La consigna de “amor y paz” que enarbolamos incluía plenamente a las mujeres, con todos sus derechos.
Insisto, el verdadero feminismo no tiene nada que ver con la violencia y las “feminazis” a todas luces son una excepción, un engendro financiado por oscuros poderes que lo único que pretenden es desestabilizar la 4 T.
Para terminar los invito a que observen en detalle quién es la esposa del Presidente y que la comparen con las de Fox, Calderón y Peña.