CHOLULA.- Los que conciben al diablo como partidario del mal y al ángel como combatiente del bien, aceptan la demagogia de los ángeles. La cuestión es evidentemente más compleja. Los ángeles no son partidarios del bien, sino de la creación divina.
El diablo es, por el contrario, aquel que le niega al mundo toda significación racional. La dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos. Sin embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o menos equilibrados.
Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir en él.
Esta es la idea de la política expresada por el gran escritor checoslovaco Milan Kundera en El libro de la risa y del olvido. Curiosamente expresa la misma concepción que consciente o inconscientemente, permitió -primero a los liberales triunfantes de la República Restaurada de Benito Juárez, después a la alianza oligárquica del Porfiriato, y finalmente a la plutocracia que nos gobierna desde los años 20- mantener la estabilidad política en México y usufructuar sus riquezas naturales y el trabajo de sus habitantes.
La coincidencia con Kundera no es casual, Checoslovaquia bajo la égida del despotismo totalitario soviético padeció una burocracia ideológica (ideocracia) muy parecida a la mexicana.
La gran coartada ideológica
Se trata del equilibrio entre las élites (ángeles y diablos) sostenida por una ideología: la ideología de la modernización mexicana. Es decir, la gran coartada ideológica, primero de los liberales, después de los positivistas y finalmente de los caudillos triunfantes de la Revolución, fue siempre la misma, la de hacer moderno a México.
El problema querido lector es que hace quince años, desde el surgimiento de la débil democracia en que vivimos, el equilibrio entre las élites se fracturó porque los diablos se volvieron muy voraces, parecía que querían exterminar por completo a los ángeles y quedarse con todo.
Pero en el 2018 llegó al poder un tabasqueño carismático Andrés Manuel López Obrador y el contrapeso ideológico de la modernización, dio un giro de 180 grados: sus principales ofertas serían la honestidad, la austeridad y la solidaridad. El enfrentamiento entre las élites políticas se exacerbó.
El futuro deseable
Así que su sucesora la doctora Claudia Sheinbaum, que continuará por el mismo sendero, se verá obligada a la reconciliación. La triste contienda electoral que estamos viviendo necesariamente dará paso a una lenta pero firme reconciliación entre las élites.
¿Por qué? Porque la economía ha resultado beneficiada, y es que no podía ser de otra manera: si algo ha cuidado el gobierno de AMLO ha sido la economía.
Por fin viviremos en una nación que, aunque lentamente, vivirá un nuevo humanismo, que nos permitirá arribar a una especie de modernidad a la mexicana.
Los ángeles y los diablos desaparecerán de la escena política y darán paso a una nueva generación de jóvenes progresistas que impulsarán el desarrollo económico enfocado hacia el bienestar social y el respeto a la naturaleza.