Editorial
Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ
Mirando al hombre allá a lo lejos
Vio aquel caminante de lejos
¿Dónde vas y de dónde vienes?
Respondió de provincias, hoy pasemos
A la plaza de la gran ciudad
A otra provincia, y a la ciudad
A parres cercanas y remotas
Hay comida, bebida, cansados los pies
De la montaña de donde yo soy
A la ciudad ¿Quién me reciba?
En las provincias ¿Quién me recibirá?
Iré a pueblos me recibes hoy
En aquellos días, sin gobernantes
Hay hombres, son forasteros
Tomo para sí, a una ramera
Le fue infiel en ciudad y provincia
Se fue de él, a casa de su padre
Estuvo allá durante largos meses
Él marido le fue amorosamente
Conforta el corazón, os iréis después
Para hacerla a ella volver
Le hizo entrar a la casa y ver
Se quedó comiendo, bebiendo, él
Por algunos días en casa él
El padre de la joven, le vio
Salió, le recibió muy gozoso
Le detuvo allí su suegro
Comiendo, bebiendo allí se alojó
Se sentaron juntos, comiendo, bebiendo
El suegro dijo pasa aquí la noche
Se levantó él yerno para irse
Paso la noche insistió el suegro
Se levantó de mañana para irse
Aguarda hasta que decline
El día, ambos comieron juntos
Él se levantó, se fueron juntos
Caminaron, se puso el sol, no llegó a casa
Frente a hermosas montañas nevadas
En caminos sinuosos, rumbo a casa
El día declina ¿Dónde dormiremos?
Apartase del camino, a pasar la noche
Entrando sentándose en la plaza ¡Hermosa noche!
En la ciudad, no hubo quien los acogiere
En algún hogar y pasar la noche
Un hombre era del monte, peregrinando
Pasamos a provincias y ciudades
Ahora; voy a la casa de dios
Por valles, ríos y montañas he viajado
No hay quien nos reciba en casa
En casa del hombre hay pan, vino y mucha comida
Par ti, para mí, par ella
Nunca nos hará falta nada
Todas las necesidades a i cargó
No pasaran la noche e la plaza
Comieron, bebieron todos con regocijo
Hombres perversos rodearon la casa
Golpeando la puerta hablaron al dueño
Saca a los que entraron a tu casa te digo
Deseamos verlos, conocerlos, os digo
No hagáis este mal, os ruego
Mi hija, la concubina os la sacaré
Humilladla, haced lo que os parezca
No hagáis cosa infame al hombre
Abusaron en la noche hasta la mañana
Al apuntar el alba, amanecía, ella cayó
Levántate, vámonos, ella no respondió
Tendida la concubina ella murió
La levanto, se fueron, echola sobre un asno
Llegó a casa, la partió, en dos partes
Con el cuchillo, las envió por territorio
Hablada: si… no… considerad esto tomad consejo
Si me diecen en el desierto albergue de caminantes
Vino el caminante al hombre rico
A guisar el cordero, no quiso
Al hombre pobre sus ovejas tomó
Las preparó para el forastero
En la vida, el señor ve, mis caminos
Cuenta él todos mis pasos
Mi pie, no se apartó a mentiras
Heredé del omnipotente de las alturas
Amargamente las calzadas son desechas
Han cesado caminantes y peregrinos
Aborreciendo provincias y ciudades
Teniendo en nada a los hombres
Forasteros dando voces afuera llorando
Se entristeció, se enfermó, se enlutó
Avergonzados cortados fueron ellos
En arenas del desierto sacudidos
Hipócritas ha sobrecogido espanto, dolor
Estáis cerca o lejos, conoce el dolor
Iré a ciudad de solemnes fiestas
Señor tu hermosura verán mis ojos
“Paz sea a todos los hombres”