Experiencia Diaria

Jamás digo que no al servicio

CHOLULA.- Soy Arturo del grupo Te invito a vivir de Chapultenango, Chiapas. Cuando ingresé a Alcohólicos Anónimos, no sabía cómo funcionaba el programa, pero al estar aquí, me doy cuenta de que estoy muy feliz con mis compañeros. Antes, vivía un infierno en mi hogar. Llegué a Alcohólicos Anónimos borracho y ni siquiera sé cómo empecé en el grupo porque mi vida ya era un desastre debido al alcohol. No podía dejar de beber por mí mismo, por eso hoy en día jamás digo que no cuando me piden servir. Comencé en el grupo el día 12 de octubre de 2012. Tres días después, mi padrino me dijo que asistiera diariamente y no faltara. Me sugirieron que asistiera durante 90 días, y yo empecé a llegar seguido. Quince días después, me asignaron el servicio de llavero, y después el de cafetero. Como éramos pocos, también me encargué de la limpieza. No me negué a estos servicios porque me sentía muy bien sirviendo. Además, fui obediente porque tengo una esposa y dos hijos que estaba a punto de perder. Hoy en día, tengo el servicio de la revista Plenitud AA. Les decía que yo ya no podía vivir sin alcohol, pero ahora estoy feliz y agradecido con el programa porque estuve a punto de perderlo todo.

Arturo A.

Tabasco Centro

 

Experiencia Diaria

Estaba mucho mejor cuando asistía al grupo

CHOLULA.- Cuando llegué me sentía muy mal, la madrina que me recibió me decía: «Agarra un servicio», pero no me sentía motivada. Hoy comprendo que estaba sufriendo de la abstinencia y las depresiones. No podía luchar por mi vida, quería que todo acabara. Volví a emborracharme buscando un alivio, pero los compañeros ya me habían advertido que una cosa lleva a la otra, y así fue como un mes más tarde me estaba drogando de nuevo y con esa sensación de no querer seguir con mi vida, sin embargo, aún seguía sufriendo y sentía mucho dolor y culpa. Entonces me di cuenta de que estaba mucho mejor cuando asistía al grupo; le hablé a mi padrino, quien fue por mí y me ayudó a regresar, en ese momento pensé: «Aunque me muera, me voy a quedar en Alcohólicos Anónimos». Practicar el método de recuperación es maravilloso, pues cuando lo hice, me dieron muchas ganas de devolver la dádiva, así fue como asistí a mi primer congreso en Campeche, donde nació mi inquietud por servir, pues entendí que era necesario para completar mi recuperación y finalmente disfrutar de las mieles de Alcohólicos Anónimos.  Aunque la enfermedad del alcoholismo es incurable, hoy les puedo decir que me siento muy bien por haber tomado la decisión de llegar al grupo. Actualmente sigo en el servicio. Ya no hay sufrimiento ni angustia, al contrario, yo y mi familia estamos tranquilos y agradecidos con Dios y con Alcohólicos Anónimos por esta nueva vida que se me ha dado.

 

Paola P.

Quintana Roo