Por: Dr. Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ
CHOLULA.- Lo que en ese momento pensamos que sería un encierro similar al vivido en 2009, cuando se paralizó por dos semanas todo el país, mientras la influenza AH1N1 era sometida y vencida, se convirtió en el peor desastre de este siglo, siendo una cuarentena más larga y agotadora, similar a la vivida en 1918 con la gripe española.
No fueron suficientes los cielitos lindos que se cantaron desde los balcones, ni los flanes, postres y manualidades que supimos que podíamos hacer, eventualmente, un encierro proyectado para 21 días, en el que no habría más bajas, que las mínimas, se convirtió en una cuarentena de meses, donde los días sin salir de casa podían ser contados en centenas, a la vez que nos eran arrebatados amigos, familia, hermanos, sin poder hacer nada.
La primera ola, al menos lo que pude vivir en Puebla, fue devastadora, la segunda arremetió sin piedad, sin saber en que momento habíamos entrado en ella, solamente sabíamos que estábamos subiendo sin parar en número de contagios, en decesos.
La liberación de la vacuna supuso un éxito nunca antes visto, donde en pocos meses, desnudaron el genoma de un virus completamente nuevo, del que nada se sabía, la ciencia estaba haciendo su trabajo, generando resultados tangibles, que se tradujeron en esperanza.
La sociedad se dividió en antivacunas y provacunas, entre creyentes y disidentes, al igual que con el VIH, científicos empezaron a dudar de la existencia del virus, así como de la eficacia de la vacuna, al día de hoy, muchos perecieron por causa del virus que negaron, muchos otros lo seguirán negando, al igual que los conspiracionistas.
Esta última ola nos ha enseñado que la ciencia funciona, prueba de ello es que, pese al elevado número de contagios, el colapso hospitalario se prolongó más que en ocasiones anteriores, lo que supuso el principio del final de esta crisis sanitaria.
La OMS ha advertido que es probable que Ómicron sea la última variable pandémica, pues en pocos días, habrá contagiado a más del 60% de la población europea, para entrar a una fase de endemia, iniciando por Europa, volviendo así al COVID una enfermedad controlable por vacunación.
Solo queda esperar que las predicciones sean ciertas, y que, al fin, la luz se vislumbre al final de este túnel al que entramos aquel 20 de marzo de 2020.