El PRIAN me da risa Por Alejandro MARIO FONSECA

CHOLULA.- Últimamente, no se tal vez desde que ganó AMLO, me ha dado por ponerle a los mensajes que recibo por Facebook, la alternativa de “me divierte”, la de la carita sonriendo. Sobre todo, a los del PRIAN, aquellos que hipócritamente acusan al partido Morena y sus dirigentes de todo tipo de fechorías.
Por otra parte, también me he percatado de que Claudia Sheinbaum ya lleva rato sonriendo. En sus videos y en sus entrevistas aparece con una sonrisa espléndida, lo que me da mucho gusto, porque habla de su seguridad.
Bueno, pero antes de seguir con el tema, veamos ¿qué es la risa? La Wikipedia nos ofrece un excelente resumen. La risa es una respuesta biológica producida por el organismo como respuesta a determinados estímulos. La sonrisa se considera una forma suave y silenciosa de risa.
Los estudios más recientes sostienen que la risa es un balbuceo lúdico, instintivo, contagioso, estereotipado y de control inconsciente que raramente se produce en soledad. En los seres humanos, la risa se inicia, en promedio, hacia los cuatro meses de edad, y, según los recientes estudios, constituye una forma de comunicación innata heredada de los primates e íntimamente relacionada con el lenguaje.
En cambio, para otros autores, como Charles R. Gruner, de la Universidad de Georgia (1978), la risa es una reminiscencia o sinónimo del grito de triunfo del luchador tras ganar a su adversario.
Asegura que en todas las manifestaciones de humor existe un gesto de agresión, incluso en los casos más inocuos. Según Gruner, “incluso un lactante se ríe, no como manifestación de agradecimiento, sino porque consiguió lo que deseaba”.
El filósofo John Moreral (1983) sostiene que el origen biológico de la risa humana pudo estar en una expresión compartida de alivio tras pasar el peligro; la laxitud que sentimos tras reírnos puede ayudar a inhibir la respuesta agresiva, convirtiendo la risa en un signo de conducta que indica confianza en los compañeros.
El nombre de la rosa
Y ahora un paréntesis cultural. Si usted no leyó el libro El nombre de la rosa de Umberto Eco, seguramente si vio la película.  Eco es un escritor excepcional, que combina la literatura, la historia, la investigación y la academia.
Ambientada en el siglo XII la trama se centra en dos personajes, el franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo el joven novicio Adso de Melk, quienes llegan a una abadía benedictina en las montañas italianas, famosa por su biblioteca, llena de obras únicas, restringidas a los especialistas.
Guillermo, ha venido a la abadía para participar en una reunión entre los delegados del Papa y los líderes de la orden franciscana, para resolver problemas doctrinales. Pero el éxito de este encuentro se ve amenazado por una serie de muertes. Guillermo, auxiliado por Adso, se sirve de su inteligencia, de su capacidad de observación y de su sentido común para resolver toda una serie de misterios.
El argumento político es el conflicto entre el emperador del Sacro Imperio que ha calificado al Papa Juan XXII de herético, y este, a su vez, mantiene una guerra en contra de los frailes de la vida pobre, representados por la orden de San Francisco.
No entro en más detalles, si no ha visto la película, véala y disfrútela, se consigue fácilmente. Tan sólo le cuento el trasfondo que explica los asesinatos en la abadía: la sed de conocimiento, lo que Eco en su libro denomina la “lujuria del conocimiento”.
Es por eso que se guardaban con tanto celo en la abadía algunos libros considerados como “prohibidos”: tal es el caso de la Poética, escrito por Aristóteles, cuya única copia se encuentra resguardada de ojos curiosos en el Edificio (la Biblioteca).
Y es que Aristóteles sostiene mediante sus ejemplos (todos cómicos) que es a través de la risa que se puede dar gloria a Dios, mientras que Jorge de Burgos (uno de los monjes benedictinos más viejos entre los que habitan este monasterio) sostiene que la risa no es buena para el hombre: afirma que el libro podría incitar a los hombres a perder el miedo al infierno y no necesitar a Dios.
Dime con quién andas y te diré quién eres
El gran perdedor de la reciente contienda electoral fue el PAN. El PRI y sobre todo el PRD ya estaban desfondados. Se trató de una alianza forzada a todas luces perdedora.
Sin embargo, no hay que caer en la risa burlona, para el PAN no todo está perdido, son muchos mexicanos los que requieren de una representación política conservadora, la doctrina social cristiana es ahora más que nunca una brújula necesaria que no debe perderse. Espero que los líderes panistas que no se dejaron llevar por el canto de las sirenas corrijan el rumbo.
La sonrisa de Claudia Sheinbaum no es burlona como la de AMLO. Es una bella sonrisa que inspira seguridad y confianza. Espero que le dure todo el sexenio. Sí, seis años que deben ser, sí de continuidad, pero también de corrección y depuración: hay que tener siempre presente que muchos de los militantes y líderes de Morena vienen del PRI y del PRD y que muy pocos son de fiar.