Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- No siempre hemos disfrutado de la comida sobre un plato tal y como lo conocemos hoy en día. En realidad, el plato, en su forma actual, es un invento de finales de la Edad Media.
Aunque en la arqueología, el antecedente más cercano al plato es el cuenco, algunos investigadores han puesto en duda la existencia de platos en la vajilla doméstica hasta el final del Medievo, dada su escasa presencia en los repertorios conocidos (no hay referencias etimológicas hasta el siglo XV).
Hasta el siglo XV, en la Península Ibérica, por ejemplo, se acostumbraba comer sobre una gruesa rebanada de pan duro a la que daban forma cuadrada y que se llamaba “tajadero”. Esta absorbía los jugos de la comida y, al final, el tajadero podía comerse con salsa, pero era más frecuente darlo como limosna a los pobres.
Con el tiempo, se hizo famosa la figura del tajador alfarero que fabricaba en barro, cerámica o madera, las fuentes y platos «tajadores o trincheros» usados preferentemente para cortar y picar el producto de la matanza del cerdo y que formaban parte de la vajilla tradicional de la Península Ibérica desde el siglo XIV.
En arqueología, el plato tiene en el cuenco su precedente prehistórico. En la civilización greco-romana abundan los recipientes que por su uso, formas y aspecto pueden considerarse precursores o inspiradores del plato, como por ejemplo el fiale o la pátera romana. En la cultura islámica el utensilio doméstico más evocador es el ataifor.
Algunos investigadores han puesto en duda la existencia de platos en la vajilla doméstica hasta el final del Medievo, dada su escasa presencia en los repertorios conocidos. Así, se ha planteado la posibilidad de que estuvieran hechos de materia perecedera, o bien, que no se necesitasen (según Martín Gómez y Oliva Alonso no hay referencias etimológicas hasta el siglo XV).
Sea como fuere, el plato y similares recipientes aparecen en la cerámica islámica desde época temprana: los platos califales de Medina al-Zahra (siglo X y XI) estudiados por Pavón Maldonado; los ataifores, morfológicamente diferentes pero parejos en lo funcional, citados por Roselló Bordoy. Y muy diversos vasos análogos, datados en los siglos XII y XIII, hallados en contextos cristianos castellano-leoneses
Una de las cerámicas más vivas y especialmente rica en la producción de platos decorados, es la común a los pobladores precoloniales, los pueblos de las tres Américas. Ejemplos muy atractivos pueden encontrarse en:
La alfarería de los pueblos Anasazi, en lo que hoy es Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México.
La alfarería Lenca, en territorios de Honduras y El Salvador.
La cerámica Pipil, cerámica Anaranjado Delgado, y cerámica Anaranjado San Martín, en México.