Por José Salvador ESPINA GARZÓN
CHOLULA.- El 2 de junio fue un terremoto electoral para el PAN y sus aliados, ya que MORENA volvió a arrasar en las urnas, como lo hizo en 2018 con López Obrador. A pesar de ser el principal partido de oposición y la segunda fuerza política de México, el PAN no pudo hacer nada para evitar esta estrepitosa derrota.
Perdiendo 8 de las 9 gubernaturas en juego y dejando a MORENA y sus aliados con prácticamente el control del Senado y la Cámara de Diputados, se pronostican tiempos difíciles para el PAN en cuanto a victorias electorales en los próximos años.
Lo sucedido es una llamada de atención urgente para el partido, que necesita una reestructuración y un replanteamiento de su camino a seguir. El objetivo es recuperar el lugar que tuvo a inicios de siglo y evitar caer en el mismo detrimento que el PRI y el ahora extinto PRD.
Es momento de que el PAN realice una reflexión profunda y sincera sobre su situación y los errores cometidos, ya que esta podría ser una de las últimas oportunidades para hacer un cambio de rumbo verdaderamente significativo.
Este proceso electoral podría dejarnos reflexiones reveladoras, como el hecho de que las clases medias y el voto conservador o católico han dejado de apoyar al PAN de manera segura. Además, se evidencia que somos un partido que no está logrando permear entre los jóvenes, quienes representan alrededor de un tercio de la población.
Para corregir el rumbo del PAN, lo primero será tener una nueva dirigencia que reconozca y no oculte la situación precaria que enfrenta el partido. En segundo lugar, y muy importante, será regresar a sus valores fundamentales, asegurando que estos se reflejen en la vida interna y externa del partido, así como en cada gobierno, iniciativa, política pública y declaración del blanquiazul. En tercer lugar, se debe recuperar la vida democrática interna, algo que incluso los adversarios reconocían en el PAN. Por último, aunque hay más aspectos a considerar, es crucial presentar nuevas caras jóvenes preparadas, así como personas destacadas y honorables de la sociedad civil y los diferentes sectores de la sociedad, tanto como candidatos como en cargos del partido.
Tampoco sería sorpresa que el tablero político se moviera en 2025, ya que será el momento de crear nuevos partidos políticos. Esto podría poner fin al «monopolio» del PAN en el espectro político de centro-derecha y derecha, generándole más competencia y problemas. La congruencia doctrinal del PAN como un partido demócrata cristiano deberá ser precisa y exacta, ya que corre el riesgo de caer en el juego de un populismo de derecha, que podría ser tan perjudicial para México como el populismo de izquierda que hoy vivimos con MORENA.