El hombre, creador de la cultura contemporánea 

Por Edmundo TLACUILO ALMAZÁN 

CHOLULA.- Antropólogo, etnólogo y filósofo Claude Levi-Strauss (Bruselas, 1908-París 2009) fue uno de los investigadores sociales con aportaciones muy importantes en el conocimiento del hombre como creador de cultura en el mundo contemporáneo.

Para él, un indígena del Amazonas o de Norteamérica ejecuta labores, crea palabras  mitos igual de trascendentes que los de un especulador de bolsa de Wall Street, de Nueva York, razón por la que debe ser objeto de investigación, análisis e interpretación. Levi-Strauss tuvo formación académica, marxista, fue miembro de la Internacional Obrera de Francia y entre sus estudios antropológicos más relevantes figuran “Estructuras del Parentesco (1949), Antropología Estructural (1958)), El Pensamiento Salvaje (1962-1973), La Alfarera Celosa (1985) e Historia del Lince (1991).

En la Alfarera Celosa, estudia mitos indígenas americanos relacionados con uno de los oficios más antiguos de la historia de la humanidad; la alfarería, que surgió en el mismo periodo histórico que el tejido y está vinculado a  arcilla, al fuego, la cocina y la herrería. La arcilla fue alimento emergente del hombre en etapas primitivas y tiene una estrecha relación de utilidad con la comida, pues se recoge, se cuece y excerta por los mismos orificios de los humanos (boca, ano). Es a partir de esta relación, como el pensamiento místico y el barro son frecuentemente asociados con otras entidades físicas, biológicas, animales y fenológicas, dentro del infinito marco de las fantasías humanas, entre las que destaca el propósito de formular una visión del mundo y la vida.

Levi-Strauss afirma, en este libro que los mitos surgen por la libre asociación de las ideas, las cuales son instruidas por los principios de la analogía, la ubicuidad y la utilidad práctica; y sugiere que entre sus principales actores figuran los héroes culturales, demiurgos y curanderos.

E tiempos primitivos, los mitos se crearon con base en analogías elementales, es decir, mediante la invocación de imágenes anteriores al pensamiento conceptual, cuando no había una distinción individualizada que diferenciará un meteoro de un animal. Afirma también que el pensamiento simbólico procedió al mágico y este al genérico o abstracto por observancia detallada de los fenómenos físicos. Estas son las palabras finales de La Alfarera Celosa:

“Despreocupado por encontrar un anclaje en el exterior el pensamiento nos e opone por ello a la razón analítica, surgido de lo más profundo de los tiempos, tutor irrenunciable, nos alarga un espejo de aumento donde, de formativa, concreta y gráfica, se reflejan algunos mecanismos a los que se halla sujeto el ejercicio del pensamiento. En su absoluta libertad de asociación, el pensamiento humano lo mismo se atribuye particularidades físicas de animales, que percepciones y pasiones humanas a la “arcilla celosa” u “olores de santidad” a personas y cosas. Es de este proceso mental fueron creados, siguen creándose los dioses.

Benévolo lector, algunos versos Rosario Castellanos. Nació en la ciudad de México, el 25 de mayo de 1925; vivió su infancia y adolescencia en Comitán, Chiapas, México. Falleció en Tel Aviv, Israel el 7 de agosto de 1974.

Estudio la licenciatura y la maestría en filosofía en la UNAM.

Destino 

Matamos lo que amamos. Lo demás

no ha estado vivo nunca.

Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere

un olvido, una ausencia, a veces menos.

Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia

de respirar con un pulmón ajeno!

El aire no es bastante

para los dos. Y no basta la tierra

para los cuerpos juntos

y la ración de la esperanza es poca

y el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,

ciervo con una flecha en el ijar

que huye y se desangra.

¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne

de pupilas de vidrio; su actitud

que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece

el reflejo de un tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve

– antes que lo devoren – ( cómplice, fascinado )

igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.