Dra. Margarita TLAPA ALMONTE
CHOLULA.- El culto a San Miguel Arcángel es una de las tradiciones religiosas católicas más antiguas de México de los pueblos y comunidades campesinas de México. San Miguel es considerado el primer y más importante arcángel por ser el príncipe de los espíritus y Jefe de la Milicia Celestial por vencer al ángel caído, quien representa el triunfo del bien sobre el mal. Es una de las divinidades más importantes para el catolicismo. El culto a San Miguel inicia en los primeros siglos del cristianismo, uno de los más importantes por lo que podemos observar que muchos templos se edificaron en su advocación en los primeros años de la evangelización en México. Siendo los franciscanos que en la zona de la antigua Tenochtitlan quienes fomentaron la devoción a San Miguel, por la gran religiosidad y ritualidad que dedicaban a las deidades de los mantenimientos, las cosechas, la caza y la pesca por estar relacionados al entorno natural para vivir en armonía, a través de los elementos tierra, cielo, agua y aire que estaban presentes en la ritualidad nahua, así como el sacrificio humano y ofrendas de flores frutos y flores. Así mismo, el culto a San Miguel en la cosmovisión de las comunidades y pueblos campesinos es fundamental. Después de la conquista y la evangelización de los indígenas hacia la nueva religiosidad católica traída por las ordenes mendicantes desde España se atribuyó a los nuevos representantes de la religiosidad que por venturosas coincidencias serían los representantes de la nueva religiosidad.
Tlaloc, Huitzilopochtli deidades de los pueblos prehispánicos puede decirse heredaron y transmitieron a San Miguel sus poderes. La dualidad de las deidades del panteón Mesoamericano que representaban fuego / agua, luz / oscuridad, vida / muerte, frío / calor, símbolos de los opuestos masculino femenino. Estas deidades fueron sustituidas por santos católicos, dando continuidad, pero bajo otra forma a la religiosidad y ritualidad mesoamericana. En este caso por la vinculación de San Miguel y el ciclo agrícola que hasta la actualidad se conserva manifestándose en la siembra y la cosecha del maíz como principal cultivo agrícola de nuestro país, donde se convierte en el principal trabajador del temporal, por ser príncipe guerrero y del rayo que se desprende de su espada, misma que destruye al mal que daña a los cultivos a través del granizo, víboras de agua, aires, tormentas, entre otros daños más
El príncipe de la Milicia Celestial San Miguel que significa “QUIEN COMO DIOS” fue aceptada por los indígenas para protegerse de la maldad, representando la fe como príncipe de las milicias celestiales. Uno de los cuatro arcángeles principales que iconográficamente es representado por una balanza, espada, palma, lanza, cetro y cruz. Una imagen que se presenta solo o acompañado de “lucifer” a quien venció San Miguel. Para los pueblos y comunidades campesinas en su festividad se ofrecen peregrinaciones, mazorcas y plantas para pedir su fertilidad, una tradición de sincretismo religioso que aún se conserva. San Miguel que también fue muy aceptada por la sociedad mestiza que recordaba el sacrificio náhuatl, que tenía como objetivo alimentar al sol para conservar la energía cósmica. El sincretismo religioso que surgió de las culturas conquistadoras y prehispánicas en Mesoamérica donde sacrificaban para alimentará los dioses, y en la católica donde dios se hizo hombre y se sacrificó por los hombres (sangre y cuerpo) que alimenta a los hombres espiritualmente.
En el sincretismo religioso San Miguel Arcángel es príncipe de las milicias celestiales sustituyo a Huitzilopochtli y Tlaoc, su culto fue ampliamente difundido en el Altiplano Mexicano central al iniciar la evangelización a través de las ordenes mendicantes en específico de los franciscanos, principalmente fuera del imperio azteca. La festividad a San Miguel se celebraba el 29 de septiembre, el mismo mes que las deidades prehispánicas eran adoradas en el Altiplano Central. Sus templos se ubicaban en el Templo Mayor de la Gran Tenochtitlan, el ombligo del mundo; representando la dualidad del mundo mesoamericano, se encontraban juntos, al lado de Tláloc dios de la lluvia y de importancia para la vida, mientras que Huitzilopochtli era importante para la muerte y quien comandaba el ejército celeste que abría camino al sol, San Miguel Arcángel en el catolicismo es quien protege la entrada al paraíso y dirige en el trance de la muerte hasta las puertas celestiales. En los templos que edificaron los indígenas de México podemos observar este sincretismo en todas las portadas de los templos del siglo XVII en la parte alta. Podemos observar que en una mano San Miguel porta una espada desenvainada apuntando hacia el cielo, en la otra mano una balanza, símbolo de justicia en dirección al oriente para protección del mal o del pecado, en la espalda el sol o abriendo camino al Sol (Tonatiuh, o a Dios) según la religiosidad.
La fiesta a Huitzilopochtli se realizaba en la veintena del tonalpohualli denominada Tlaxochimaco “ofrecimiento de flores”, estaba dedicada a las deidades protectoras de los muertos y de los hombres, se ofrecían diversas flores silvestres, de colores, elaboraban guirnaldas y collares con las que adornaban a las deidades. Los sacerdotes tenían como costumbre adornar a sus deidades y los templos, a los dioses que tenían a su cargo. Los principales y macehuales adornaban con flores a las deidades de sus casas, comían, danzaban en los patios de los templos sin ademanes, uniformemente danzaban lento al compás de la música y el canto, sin bullicio alguno, ni atravesarse el patio, siempre con tiento con la finalidad de no perturbar las almas de los muertos, para salir sin peligro de su largo viaje del Mictlán. Era una fiesta similar a la de los Todos Santos y Fieles difuntos
En los barrios de San Pedro Cholula, en la mayoría de los templos se celebra el 29 de septiembre la festividad a San Miguel Arcángel, siendo este uno de los cargos menores que se realizan en esta fecha, aunque para uno de los barrios fundadores San Miguel Tianguisnahuac es el Santo Patrón a quien se realiza la fiesta patronal, y en segundo lugar en el barrio de San Matías Cocoyotla aun siendo cargo menor. el cargo menor de San Miguel es de gran importancia y relevancia. Siendo las fiestas patronales en el primer templo edificado en nuestro municipio que se conoce como San Miguelito y en el barrio fundador de San Miguel Tianguisnahuac. En este texto abordo una de las leyendas que son muy difundida y conocida entre propios y extraños que es la del “diablito”, un misterio de donde proviene y de que si se escapa ocurren accidentes.
Es importante señalar que el “diablito” es una escultura realizada en el siglo XX en los primeros años de la década de los 60s, una obra artística que estaba conformada por dos esculturas talladas en madera de colorín, cuyo autor fue el señor Jesús Linares que realizó la obra por encargo del señor Procopio Tlapa Alavez ambos del barrio de Santiago Mixquitla, quien era fiel devoto a San Miguel Arcángel. La escultura fue elaborada en un par de años por el escultor Linares que constantemente mostraba la obra a su propietario para verificar si agradaba el trabajo porque el encargo era que se fuera similar a la imagen de San Miguel del Milagro que se encontraba a tras del altar la que estaba representada con el diablito. Sin embargo, en una de esas idas y venidas para la revisión el escultor paso al molino de la familia Pantle Vázquez, por la plática olvido la caja de cartón amarrado con un mecate delgado en forma de cruz donde llevaba las esculturas de San Miguel y el diablito, pasaron días y el escultor recordó donde la había dejado, sin embargo, la familia menciono que no habían dejado nada, de esta forma desapareciendo y separando la imagen como se había solicitado.
El escultor lo comento con el que realizo el encargo de la imagen y pidió su devolución. Mientras tanto el “diablito” fue separado de la obra original y depositado en el terreno que se encuentra atrás del templo de San Miguelito en la misma caja que se había extraviado y San Miguelito se perdió. Sin embargo, el escultor volvió a realizar la obra a su propietario para compensar el encargo del señor Tlapa, una nueva obra de San Miguelito y el diablito, misma que entrego meses después a su propietario y que este a su vez heredo su hijo Roberto Tlapa Tetzopa y que hasta la actualidad posee su familia. La tradición oral, se convirtió en una leyenda que inicio a partir de la década de mediados de los 60s en la leyenda del “diablito de la curva” aunque se sabe que los accidentes en esa curva iniciaron precisamente por la construcción de la forma de esa vía.