Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- El correo en México se institucionalizó como un servicio público desde el 1 de enero de 1884, cuando entró en vigor el Código Postal de los Estados Unidos Mexicanos, así como el primer Reglamento y Manual de Organización de la Administración General de Correos, ambos publicados por el presidente Manuel González (1880-1884).
Sin embargo, el origen del servicio de correos es muy antiguo; se tienen referencias que datan de 4000 a. C. de China, donde se utilizaban mensajeros a caballo que recibían el nombre de «Ching Pao», recorriendo los caminos, al principio con simples mensajes y más tarde con comunicados oficiales.
En Grecia, según se infiere de los autores de aquella nación, no había otro medio de correspondencia que una especie de verdaderos hemerodromos, célebres por su incansable andar, a quienes tanto el gobierno como
los particulares pagaban para que les llevasen sus cartas.
Así es que la Universidad de París fue la única que, desde aquella época hasta mediados del siglo x, tuvo en Europa algún sistema ordenado de comunicaciones. La multitud de estudiantes que de todas partes iban a cursar sus escuelas, hacía que fuese indispensable hallar medio de que se comunicasen con sus familias. Para esto se establecieron mensajeros a pie que, según parece, estaban matriculados y se hallan en los libros de aquella universidad bajo el título de mensajeros volantes, nuntii volantes.
Los historiadores de la conquista de México explican el modo ingenioso con que Motezuma era prontamente sabedor de los movimientos, fuerzas, buques, trajes y aun palabras de Hernán Cortés.
Por su naturaleza, el correo nació vinculado al desarrollo de la comunicación a distancia, marcando una transformación definitiva en el cultivo de las relaciones humanas e interpersonales, pero también en el fomento de las actividades comerciales y económicas. De ahí que, desde el siglo XIX, este sector haya sido clasificado como estratégico y, por lo tanto, “reservado en forma exclusiva” al Estado mexicano. Dicha atribución, se mantuvo inalterada durante el Porfiriato, periodo en el que el correo experimentó un cambio relevante, ya que, en 1891, al ser creada por decreto, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, el servicio postal fue integrado como uno de sus ramos esenciales.
Y a pesar de que el nuevo siglo vio la llegada de muchos avances tecnológicos, el correo en nuestro país es una institución que sigue brindando sus servicios a un gran número de la población. Sin importar la inmediatez de los mensajes que existen actualmente, nunca nada remplazará la experiencia de recibir una carta, ver sus postales y romper sus extremos para descubrir sus historias hechas a mano.
Como dato extra, si pensábamos que el correo quedo en el pasado estamos equivocados pues cada año, el Centro de Depósitos Masivos “PANTACO” en la CDMX, recibe con destino hacia el interior de la República Mexicana, un promedio de 4 millones de piezas equivalente a 400 toneladas de materia postal.