Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- El término es griego, de kolumban = zambullirse, por las zambullidas que parece dar en las bajadas. Se dijo “columbiar” en leonés, término que en Asturias se dijo “columbarse”.
Al castellano llegó la palabra a través del leonés antiguo no antes de finales del siglo XIV, en que aparece el término “columpio” en un glosario de El Escorial del año 1400.
En tiempos de Cervantes y Lope de Vega en Andalucía se decía “mecedor”, uso del que todavía persiste en Almería y partes de Murcia con el nombre de “mejelendero”. En Astorga, “columbón” es como allí llaman al columpio.
Que el uso de los columpios sea muy antiguo diciendo la voz griega y latina que lo significan, pues es cosa clara que todo lo que tiene su nombre propio en aquellas dos lenguas se usó en ambas repúblicas, como también es consecuencia que lo que no tiene nombre griego ni latino tendremos sospecha de que es cosa moderna y de poco tiempo inventada. Hipócrates, padre de la Medicina, recomendaba a las doncellas griegas que quisieran conservar su figura balancearse en el columpio. Incluso como remedio contra la melancolía. Pero además del aspecto lúdico, este juego tuvo motivaciones y usos de naturaleza religiosa.
Hipócrates, padre de la Medicina, recomendaba a las doncellas griegas que quisieran conservar su figura balancearse en el columpio. Incluso como remedio contra la melancolía. Pero además del aspecto lúdico, este juego tuvo motivaciones y usos de naturaleza religiosa. Estuvo vinculado a ciertos ritos dionisiacos, atribuyéndose a Baco la invención del columpio.
El geógrafo griego del siglo II Pausanias, describe un cuadro famoso en su tiempo, ya perdido como tantos, llamado El descenso a los infiernos, donde entre otros personajes aparece Fedra, hermana de Ariadna según la mitología, y la heroína se columpia, hecho en el que algunos vieron la supervivencia de un rito prehelénico: el mito del sube y baja, representativo del impulso que el hombre siente hacia lo divino.
Otros vieron en el simbolismo del columpio de Fedra una representación de la fecundidad. Por otra parte, en Atenas una de las celebraciones del ciclo festivo anual era la fiesta de los columpios, rito expiatorio por el asesinato de Icario, difusor del viñedo en Grecia.
Los romanos llamaban oscillum al juego consistente en colgar de una viga del techo una soga doble por la que trepaba un muchacho y otros, haciendo un cabo, lo zarandeaban en el aire mientras la cuerda con su carga recorría el largo de la sala como si fuera un botafumeiro.
Esta modalidad de juego se resolvía a menudo en una especie de columpio. Algo parecido a esto, cuenta Virgilio en las Geórgicas, en relación con cierta fiesta dionisiaca, en cuyo transcurso colgaban de los árboles figuras humanas vestidas de hombre o mujer que se columpiaban desde el suelo con cuerdas.