El código de barras

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- Sin duda alguna, este sistema para incluir cientos de datos en productos y que se lean mediante un escáner, ha revolucionado la industria y el comercio. Aquí te explicamos la historia del código de barras y quién fue su inventor.

Bernard Silver, de Ventnor (Nueva Jersey), era un graduado del Dexel Institute of Technology, en Filadelfia. Un día escuchó al presidente de una cadena de tiendas de alimentos preguntarle a uno de los decanos si el Instituto podría diseñar una manera de captar automáticamente la información de los productos en el mostrador de pago. Su petición fue rechazada, pero Silver quedó intrigado y se lo comentó a su colega de estudios,

Norman Woodland de Filadelfia (Pensilvania). Woodland estaba emocionado y tomó la iniciativa de la investigación.

Primero intentó usar diseños de tinta que brillaran bajo una luz ultravioleta, pero la tinta era inestable y además, una manera cara de etiquetar. Vendió sus acciones de bolsa, dejó los estudios y se retiró al apartamento de su abuelo en Florida para estudiar y reflexionar durante varios meses.

Tomando la idea de las películas del cine, decidió escanear líneas tomadas del código Morse y extender cada una de ellas para formar líneas gruesas o finas. Con cuatro líneas blancas sobre fondo oscuro habría alcance para siete combinaciones y con diez, 1.023.

Más tarde adaptó la forma de una diana (como en la ilustración de más abajo) porque no habría necesidad de “alinear” el artículo, que se podría visualizar desde cualquier ángulo. La patente indica que se podría utilizar en las “súper-tiendas”, pero no lo limita a ese único uso.

Sin embargo, un código de barras no era de utilidad sin un escáner barato y fiable. Woodland encontró trabajo en IBM y junto a Silver trabajó durante sus ratos libres en la idea de un escáner. Construyeron un escáner del tamaño de un escritorio, con una bombilla de 500 vatios y un hule como cubierta para bloquear la luz. Cuando lo pro­baron, las muestras de papel se quemaron bajo el calor intenso, pero funcionó.

En dos ocasiones IBM les ofreció comprar la patente, pero su oferta fue rechazada al no ser lo suficientemente alta. En 1962 la empresa Philco compró los derechos, que posteriormente vendió a RCA.

Silver falleció al año siguiente sin ver su idea puesta en práctica. Gracias a las rápidas mejoras en el poder de las computadoras se probaron algunas realizaciones, y se despertó mucho interés. IBM envidiaba el trabajo de RCA sobre los códigos de barras en forma de diana, aunque esta variante, se abandonó a favor de las líneas paralelas porque la tinta se podía correr entre los distintos campos de datos.

Luego alguien mencionó que Woodland todavía trabajaba para IBM y éste ayudó a diseñar el Universal Product Code (Código Universal de Producto) en 1973, que estableció el uso de los dígitos y le daba una pista al escáner sobre el modo de leerlos. Aunque los escáneres con láser para leer los códigos aún eran relativamente caros, las grandes tiendas y cadenas veían los beneficios de ahorrar tiempo en el mostrador de caja y de obtener un mejor control del inventario.