Desde el Templo de Quetzalcóatl

Violencia Política

CHOLULA.- Y en esta ocasión no es de género. Tristemente está en su máxima expresión por todos lados; desde la desesperada unión de Eduardo Rivera del PAN con grupos delincuenciales, muy en especial la inminente postulación de Guadalupe Martínez como candidata del partido Pacto Social de Integración (PSI) a la presidencia municipal de Quecholac refleja el nivel del contubernio entre su padre Antonio Martínez Fuentes y la cúpula del partido y por supuesto con Eduardo Rivera y la cúpula del PAN inclusive los hermanos José Alejandro y Antonio Valente Martínez Fuentes –este último conocido como “El Toñín” en la zona del “triángulo rojo”, la de mayor incidencia en el robo de combustibles a ductos de Pemex– ofrecieron una rueda de prensa en Palmarito Tochapan, en la que dijeron ser víctimas de persecución política desde el barbosismo, sin que a la fecha haya una sola orden de aprehensión en su contra por huachicoleo. José Alejandro fue alcalde de Quecholac de 2018 a 2021 y ganó la reelección del siguiente trienio, en el cual no ejerció porque estuvo en prisión preventiva por más de un año. El caso de los hermanos Martínez Fuentes es un claro ejemplo de que ni la normatividad ni las instituciones en México han servido para garantizar que personas sobre las que se sospecha que están vinculadas a actividades ilícitas queden al margen de los procesos comiciales. La tenacidad del crimen organizado para infiltrarse en las estructuras políticas y electorales no es un fenómeno nuevo, pero sí alarmantemente persistente. La violencia política, manifestada en asesinatos y amenazas contra candidatos, es una de las expresiones más extremas y lamentables de esta problemática. La impunidad con la que operan estos grupos delictivos refleja la fragilidad de las instituciones de justicia y seguridad. La defensa que Carlos Navarro Corro hace de esa candidatura es totalmente cínica; lo único que le falta decir es: “Ya es la candidata y háganle como quieran”. Desde el sexenio Morenovallista el PSI fue el enlace con los grupos criminales del ´Triángulo Rojo’. Fue la agrupación que entregó candidaturas a los miembros de la cofradía del huachicol. Por supuesto que los intereses debajo de la mesa deben ser cuantiosos. Pero los nexos con los jefes del huachicol no son la única rama delincuencial pues inclusive el actual dirigente del PSI estuvo involucrado en la falsificación de visas americanas que vendía de forma masiva en poblaciones que generan grandes cantidades de migrantes y cabe destacar que todo este tramado de candidatos del crimen organizado; líderes políticos que sin pudor y sin rubor salen en su defensa; pasados criminales que lo mismo operan visas falsificadas que protección a capos, gozan de cabal vigencia gracias a los intereses de Eduardo Rivera Pérez. Y que decir su alianza con la perversa “Antorcha Campesina” que sería muy largo expresar aquí su largo historial de ilegalidades que sólo benefician a sus dueños de facto y negocian con el gobierno en turno grandes prebendas y ominosas cantidades de dinero a cambio de dejar por un momento las nefastas marchas y tomas ilegales de terrenos que a voluntad se adjudican. Solo se puede expresar la urgencia del poder a toda costa y sobre todas las cosas, pasando encima inclusive de los principios democráticos y del humanismo político que dicen tanto defender. Apátridas solamente. Pero en MORENA no ser quedan atrás al sonreír tanto al tomarse la foto con el candidato a gobernador que vino a realizar la operación cicatriz con los berrinchudos aspirantes inconformes; tener reuniones de unidad y después liarse a golpes en pleno centro, en el Portal Guerrero para ser más específicos. Hasta donde llega el cinismo de pactar unidad y después dar esas muestras de primitivo egoísmo, obcecación y obnubilación personal. Nos veremos.