Cuando la inteligencia falla, la sustituye el diablo

Por Alejandro MARIO FONSECA

CHOLULA.- Los que conciben al diablo como partidario del mal y al ángel como combatiente del bien, aceptan la demagogia de los ángeles. La cuestión es evidentemente más compleja.

Los ángeles no son partidarios del bien, sino de la creación divina. El diablo es, por el contrario, aquel que le niega al mundo toda significación racional. La dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos.

Sin embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o menos equilibrados. Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir en él.

Esta es la idea de la política expresada por el gran escritor checoslovaco Milan Kundera en El libro de la risa y del olvido. Curiosamente expresa la misma concepción que consciente o inconscientemente, permitió -primero a los liberales triunfantes de la República Restaurada de Benito Juárez, después a la alianza oligárquica del Porfiriato, y finalmente a la plutocracia que nos gobernó desde 1920 hasta 2018 mantener la estabilidad política en México y usufructuar sus riquezas naturales y el trabajo de sus habitantes.

La coincidencia con Kundera no es casual, Checoslovaquia bajo la égida del despotismo totalitario soviético padeció una burocracia ideológica (ideocracia) muy parecida a la mexicana.

Se trata del equilibrio entre las élites (ángeles y diablos) sostenida por una ideología: la ideología de la modernización mexicana. Es decir, la gran coartada ideológica, primero de los liberales, después de los positivistas y finalmente de los caudillos triunfantes de la Revolución, fue siempre la misma, la de hacer moderno a México.

El problema querido lector es que desde el surgimiento de la débil democracia en que vivimos desde el 2000, el equilibrio entre las élites se fracturó porque los diablos se volvieron muy voraces, pareciera que quieren exterminar por completo a los ángeles y quedarse con todo. O viceversa, todo depende desde donde lo quiera ver usted.

Además, el contrapeso ideológico de la modernización, la gran promesa de convertir a México en una nación moderna, por más pactos, reformas y decálogos que se expidan y publiquen, ya no surte el mismo efecto hipnótico que en el pasado. Ahora contamos con la alternativa de la Cuarta Transformación: que nos ofrece un nuevo humanismo basado en la austeridad y la solidaridad.

Y su continuidad depende de la elección de los candidatos al 2024. El presidente y sus asesores deben actuar con la máxima inteligencia al designar a los candidatos de Morena, pero no nada más a la presidencia, sino también a las cámaras y a los órdenes estatales y municipales.

El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que significa la cualidad de saber escoger entre varias opciones. Y si el presidente AMLO o los que lo asesoran en la selección de los candidatos se equivocan, entonces entrará en escena el diablo.