Por Nancy LUNA
CHOLULA.- No sólo de azúcar, chocolate, gomita y amaranto son las calaveritas. También las hay de palabras. Son las tradicionales y muy mexicanas "Calaveritas literarias", cuyos ingredientes principales son versos y mucho humor.
Estas composiciones tienen sus orígenes al final del virreinato. Diversas fuentes mencionan a Fray Joaquín Bolaños como el autor de la calaverita más antigua de México, La portentosa vida de la Muerte, un largo texto donde el escritor afirma: "Desabrida es la muerte mas para que no te sea tan amarga su memoria, te la presento dorada o disfrazada con un retazo de chiste… Va en forma de historia porque quiero divertirte". Dicha obra fue publicada en 1992 por El Colegio Nacional.
La censura colonial prohibió la libre circulación de estas composiciones en las gacetas y otros medios impresos, por considerarlos irreverentes. Las calaveras como medio de expresión fueron reprimidas no sólo en sus orígenes sino también durante el siglo XIX, debido a las burlas hechas a los gobernantes. Para entonces, los periódicos alrededor del mundo realizaban ya caricaturas a modo de burla de los políticos y miembros de las casas reales. México se une así a la crítica social que marcará las revoluciones de las décadas venideras alrededor del mundo.
José Guadalupe Posada, el famoso ilustrador mexicano, es quien da al imaginario colectivo mexicano la famosa imagen de La Catrina o La Muerte, con ese toque burlesco propio de las calaveritas. Posada hizo de sus ilustraciones una tradición y fue él quien le dio apariencia y vida a La Catrina, que Diego Rivera retomó en su mural Tarde de domingo en la Alameda.
Actualmente, las calaveras son epigramas o versos rítmicos de rima variada cuyo motivo principal es la muerte, haciendo de ésta un pretexto para efectuar una parodia de personas –presentadas como ya difuntas- o acontecimientos políticos o culturales. Las características que generalmente se aprecian en dichas creaciones líricas son ingenio, ironía, sutileza, caricatura, rima y musicalidad.
Para la composición de calaveras literarias se requiere, sin duda, creatividad y observación de algún rasgo o cualidad del tema o persona a ridiculizar. Enseguida, se relaciona con una situación fúnebre, se juega con el lenguaje hasta encontrar la rima, se corrige los borradores y se redacta la versión final. Seguramente, será una experiencia divertida para usted en esta temporada. Escríbala, no importa que no rime. Lo importante es reírnos un poco de ciertos políticos funestos que han hecho de México un cadáver económico y social.
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