Por Edmundo TLACUILO ALMAZÁN
CHOLULA.- Los bancos no surgieron, históricamente, para estar al servicio de los pobres, aunque se han ocupado de ellos para captar su dinero, acumularlo, convertirlo en capital, invertirlo y obtener ganancias; son instituciones al servicio de individuos, grupo o clases sociales poseedores de capital. Por lo anterior, los pobres no pueden tener a su servicio un banco del que no sean propietarios; primero tendrían que contar con dinero para adquirirlo. Lo que necesitan los pobres no es un banco, ni efectuar operaciones financieras, sino dinero para subsistir, para adquirir los bienes de consumo indispensable.
La entrega de los apoyos en dinero contemplados en el presupuesto de egresos de la federación un problema que el gobierno federal “resolvió” creando el Banco del Bienestar, que se encargaría de la entrega del dinero a los beneficiaros de los programas sociales; sin embargo, el monto que les será depositado cada mes está muy lejos de proporcionarles la posibilidad de convertirse en ahorradores inversionistas, empresarios o financieros.
Habla de la función principal (y probablemente única) del Banco del Bienestar, institución creada por el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T); hace un repaso de los obstáculos que ha tenido que enfrentar una vez decretada su creación; exhibe la contradicción que existe entre impulsar la bancarización, promoviendo el acceso a las mayorías a los servicios financieros y el declarado propósito de este gobierno de dar por terminado el periodo neoliberal en el país, por último, habla de los insignificantes avances de este “ambicioso proyecto”.
De todas las funciones bancarias que existen solo quedará al Banco del Bienestar y sus miles de sucursales la función distributiva de los apoyos monetarios provenientes de los programas sociales, pero para lograr este propósito no era necesario realizar una cuantiosa in versión crear un banco cuya operación requería construir miles de sucursales en todo el país, desviar recursos que pudieran destinarse a incrementar el número y el monto de los apoyos “directos”, puesto que la tarea de distribuir recursos, bien puede realizarse desde las oficinas de los gobiernos federal, estatales y municipales, establecidas desde hace mucho tiempo. Con este proyecto se exhibe nuevamente el afán propagandístico de la 4T y la utilización electoral de los apoyos monetarios. El resultado de tanta propaganda y uso político de los programas sociales parece estar a la vista.
Ha transcurrido un año desde el decreto de creación del Banco de Bienestar; solo fueron construidas 230 de las mil 350 sucursales programadas para 2020, y ahora casi todos estos inmuebles se han convertido en pequeños elefantes blancos. Ante el retraso en la construcción de las sucursales del Bando del Bienestar, que algunos especialistas ya califican como un fracaso, la entrega de los apoyos tuvo que ponerse en manos de un grupo financiero neoliberal, integrante del modelo económico al que la 4T prometió erradicar unos días después de su toma de posesión. De estos resultados habla el pueblo consciente.
Benévolo lector, algunos versos de María del Refugio Argumedo de Ortiz. Nació en 1842 en la ciudad de México, se casó con Manuel Ángel Ortiz Pérez y tuvo 3 hijos. Se conoce poco de esta autora, los pocos poemas han sido rescatados.
Desaliento
Tiembla en el cáliz de la banca rosa
La gota cristalina de rocío;
Cruza ligero murmurando el río;
La niebla se levanta vaporosa
Gime suave la brisa vagarosa
Entre arboleada de ramaje umbrío,
Y en las noches templadas de estío
La luna se desliza misteriosa…
Solo mi alma de duelo entristecida
Vaga entre sombras de letal tormento
Con la esperanza y la ilusión perdida;
Me agobia sin piedad el sufrimiento;
Que al emprender mi madre la partida,
En brazos me dejó del desaliento.