¡Al diablo con las instituciones! Por Alejandro MARIO FONSECA

CHOLULA.- Se acuerda usted, amable lector que cuando en el 2006 le robaron las elecciones a AMLO declaró: “al diablo con las instituciones”. Claro que se acuerda y es que los priistas y los panistas no se cansaron de recordárnoslo para meternos miedo; ahora su letanía es “AMLO destructor de instituciones”.

Pues bien, aquel berrinche de AMLO hoy en día se me antoja más como una profecía, o mejor dicho como una maldición, que a la vuelta de 16 años se ha hecho realidad.

Se trata de una herencia maldita, de un largo proceso de deterioro y degeneración de las instituciones de gobierno, en casi todos sus órdenes y en todos sus poderes. Además, la economía y la sociedad se habían visto seriamente afectadas.

Así que, sin saberlo, o sin proponérselo, AMLO lanzó una maldición que se hizo realidad y lo paradójico es que ahora, que está por terminar su sexenio, veo que apenas empieza expulsar al diablo de las instituciones de gobierno: está difícil.

No sé a usted, pero a mí no me cabe la menor duda de que la actual administración del gobierno federal va a pasar a la historia como el colofón de toda una zaga de corrupción, abuso, despilfarro e impunidad de los gobiernos priistas y panistas. Pero a ver ¿por qué AMLO mandó al diablo a las instituciones? Profundicemos un poquito.

“Haiga sido como haiga sido”

Den julio del 2006, después de robarse las elecciones Felipe Calderón fue reconocido como triunfador de la elección presidencial en medio de protestas que alegaban fraude.

La respuesta del panista fue lacónica y sarcástica, dijo: “Haiga sido como haiga sido, pero ganamos”, claro, con el INE como chaperón y evadiendo así una condición de ilegitimidad que lo persiguió como un fantasma.

Lo que vino después de aquel desplante de cinismo y arrogancia, fue un gobierno de corrupción e impunidad, de violencia e inseguridad, en el que la hipocresía sería la marca distintiva del gobierno de Calderón.

Sí, de hipocresía, del deseo de esconderse de los demás motivos reales o sentimientos, porque Felipe Calderón venía del Partido Acción Nacional, del partido del “bien común”, de la “subsidiaridad, en suma, del partido de la Doctrina Social Cristiana.

Ya Vicente Fox, el “bufón del palacio” había resultado un hipócrita simplón y lengua larga, pero Calderón se llevó el premio mayor. Pasará a la historia como el presidente del despilfarro, de la manipulación de la pobreza y del terror. Ya algunos analistas lo llaman “el señor de la guerra”.

Para AMLO y para muchos mexicanos la necesidad de reformar al INE era más que evidente.

Poco a poco el tiempo le ha ido dando la razón a AMLO

Pero regresando al tema, después del berrinche de AMLO y del claro fracaso de los gobiernos panistas, regresarían los priistas al gobierno federal. Y tras un nuevo intento AMLO en el 2012 perdería las elecciones y esa vez sí que perdió.

Así es la política en México. Mucho dinero ilegal en combinación con una campaña publicitaria (principalmente televisiva) se combinó con una especie de apuesta por el regreso a la seguridad de un gobierno “fuerte y respetable”.

Peña Nieto tenía objetivos claros: retomar la política de modernización económica profundizando las reformas del salinato. Todos se aglutinaron en torno a un pacto nacional reformista con excepción de AMLO, que tras romper con el PRD fundó su propio partido: MORENA.

Poco a poco el tiempo le dio la razón a AMLO. Las reformas de Peña, si es que dieron algunos frutos, se vieron ensombrecidas por los escándalos de corrupción que empezaron a brotar por todos lados y por la violencia e inseguridad que se incrementaron.

El PRI, el PAN y el PRD se desdibujaron y hoy en una alianza absurda se esfuerzan por sobrevivir. Sus líderes se han debilitado mucho y ya casi nadie les cree. Mientras tanto las filas de MORENA engrosan día con día. Políticos de todos los colores e ideologías le apuestan al favor de AMLO para que les de algún puesto o candidatura.

Y ahí estamos, a AMLO se le va dando su 4 T, pero lentamente. Ya casi siempre está de buen humor y se enoja poco. Su carisma se mantiene firme en las encuestas. Se ha ido volviendo inmune a los ataques. Ya muy poca gente se cree eso de que es “un peligro para México”, “chavista”, “financiado por los rusos”, ya no saben que inventarle.

¿AMLO destructor de instituciones?

Y mientras tanto AMLO feliz de la vida, marcando la pauta y sorprendiendo a los mexicanos con sus propuestas a primera vista descabelladas. Es falso que se proponga destruir instituciones, lo que está intentando es reformarlas, sanearlas.

Y es que no pocas de las instituciones vinculadas a la educación, a la salud, a la agricultura, … en fin hasta aquellas que fomentan la investigación científica, están controladas por mafias administrativas y sindicales. Todos lo sabemos, esa es la herencia de 80 años de PRI gobierno.

Así que al Presidente AMLO ya le quedó claro que el que quiere el fin debe querer también los medios. Y como un Fausto posmoderno se debate entre la sabiduría y la juventud perdida.

Y recurriendo a la máxima de Mefistófeles dice: “sí hubiéramos comenzado antes ya estaríamos acabando”. Pero para AMLO todavía es tiempo de robarle algo al principio de razón y al mismo tiempo sonreír.

La primera apuesta la ganó Dios, AMLO había perdió ya dos elecciones presidenciales por negarse a jugar sucio renunciando a la moral. Y cómo ante la doble derrota no llegó al suicidio, Mefistófeles lo sedujo ofreciéndole la presidencia a cambio de su alma.

¿AMLO renunciando a sus principios con tal de ganar la presidencia? No lo creo, pero de que sí ha necesitado que algunos diablos le ayuden a gobernar, no cab