CHOLULA.- ¿Qué tienen en común un alpinista y un líder? A primera vista nada, uno escala y el otro dirige una compañía o un grupo de personas, lo cierto es que tienen mucho en común, ambos deben tomar decisiones en momentos clave, gestionar equipos y ser resilientes.
Eduerne Pasaban, la primera mujer en escalar las 14 cumbres más altas dijo, durante su participación en Wobi Business Forum, que en los 10 años que ha dedicado a escalar cumbres ha tenido que tomar de decisiones en momentos clave y gestionar equipos, “cosas muy similares a las que nos enfrentamos en la profesión y en el día a día”.
La alpinista nos comparte los 12 ingredientes que le han permitido cumplir su sueño y destaca que lo primero que tiene que hacer un líder es tomarse el tiempo de pensar dónde está y dónde quiere ver en uno o dos años.
El primer ingrediente es la ambición. “A veces la palabra ambición puede tener una connotación negativa, pero sin ambición no se puede tener nada”.
El segundo es tener un afán de superación, el ser capaz de aprender, saber qué es lo que faltó para llegar al éxito, pues no siempre se logra desde la primera vez, la cuestión es no rendirse.
La primera expedición de Eduerne fue en 1998, cuando tenía 24 años, en ese entonces escaló el Everest sin hacer cumbre y regresó en 1999 y el 2000, sin mucho éxito.
“En aquel momento mi entorno, mi familia, mis amigos me decía, déjalo, ya lo intentaste tres veces y no lo has logrado, pero yo dije no, tengo que seguir… sabía que habían factores externo, como el clima que no me dejaban seguir, pero yo sabía que podía, por eso volví y en 2001 e hice mi primera cumbre de ochomiles”, destacó Eduerne.
El tercero es tener hambre por el éxito: “tenemos que creer en nosotros, que somos capaces de conseguirlo”, destacó la alpinista que hoy utiliza experiencias en situaciones complejas y extremas para ayudar a líderes a alcanzar sus objetivos, construir equipos resilientes y de alto rendimiento.
El cuarto ingrediente que ha llevado a Eduerne a ser la primera mujer en escalar las 14 cumbres más altas es la pasión, pues sin pasión no puedes conseguirse grandes retos.
A los 14 años, Eduerne empezó en un club de montaña, en su natal España y se interesó por la escalada deportiva, a los 15 años se fue a los Andes y de ahí a Ecuador y poco a poco fue subiendo diferentes montañas alrededor del mundo. A los 18 años era el momento de estudiar una carrera y al ser la tercera generación de una empresa que se dedica a la fabricación de herramienta, decidió estudiar la carrera de ingeniería, pero sabía que su pasión era el alpinismo.
Toma decisiones con el corazón es el quinto ingrediente, pues esa decisión la llevó a seguir escalando cuando después de que en 2005 intentara un par de ocasiones escalar el K2 sin lograr la cima y quedar con dos dedos del pie amputados.
Asumir el rol de protagonismo es el sexto punto, pues todos, en algún momento tenemos de lo que tenemos enfrente, pero el miedo no es un mal compañero. “El miedo me ha mantenido mucho más atenta, me ha mantenido los ojos mucho más abiertos de los que ocurría en la montaña, el miedo no es un mal compañero”.
En 2003 recibió una llamada de “Al filo de los imposible”, programa de televisión que compartía historias sobre alpinismo y otros deportes, para grabar su expedición, después de llegar a la primera cumbre consiguió un contrato para que se documentarán todas sus expediciones.
El séptimo ingrediente es tener una visión compartida, un objetivo común. Para lograrlo hay que tener comunicación y ser transparentes. “Como líderes ser transparentes y poner el rol de cada uno en los equipos, y sobre todo ser claros con ello, hacerles saber por qué estaban ahí”. Detalló Eduerne.
Confianza es el octavo ingrediente, pues cuando se trabaja en equipo la confianza es primordial. Para retomar la confianza cuando se ha perdido, se requiere tener esas conversaciones pendientes con el equipo. “A veces nos cuesta, pero es importante que nos sentemos enfrente de esa persona y tengamos esas conversaciones pendientes”.
“Los grandes equipos están formados de buena gente, de buenas personas que no nos van a dejar tirados a 7,400 metros”.
El noveno ingrediente es saber gestionar nuestras vulnerabilidad, es decir saber pedir ayuda, tener la capacidad de gestionar los egos y la vulnerabilidad para saber crear un equipo.
El décimo es adaptarse al cambio, debido a que las situaciones cambian y adaptar nuevas herramientas, tecnología, incluso un participante más al equipo, pude sumar y lograr el trabajo de forma más sencilla y rápida.
“Hay que ser capaces de reinventarnos, sin miedo, sumando talento, aprender de las experiencias que hemos vivido. Hay que ser capaces de reinventarnos hasta el final de nuestras carreras”.
Levántate y sigue, es su ingrediente número 11, pues en 2005 cayó en depresión después de escalar el K2 y perder dos dedos y ver que el alpinismo no lo estaba ejerciendo de forma profesional y sus amigos avanzaban en sus vidas, mientras ella se quedaba estancada. Pero se levantó, pidió ayuda y salió adelante.
El último ingrediente es la motivación: no siempre es fácil, pero la montaña y la experiencia le ha enseñado que “la motivación no está en grandes cosas, está en cosas muy pequeñas, que cada no debemos detectar, en eso que le da sentido a la vida”.