CHOLULA.- Si en una reunión nos levantamos y decimos algo acerca de nosotros mismos con el fin ayudar a un semejante, nos sentimos mucho mejor. Es la antigua ley de que, cuanto más se da, más se recibe. El hecho de dar testimonio y la confesión forman parte de la conservación de la sobriedad. Nunca se sabe cuándo se puede necesitar de alguien. Ayudar a los demás es una de las mejores formas para conservarse sobrio. Y la satisfacción que se obtiene al ayudar a un semejante es una de las más hermosas experiencias que se pueden vivir.
“¿Estoy yo ayudando a otros?”
Meditación del Día
Jamás se alcanza una victoria real sin Dios. Todas las victorias militares de los grandes conquistadores han pasado a la historia. El mundo podría ser mejor sin los conquistadores militares. Las victorias reales son las obtenidas en el reino espiritual. “Aquel que se conquista a sí mismo es más grande que el que conquista países”. Las victorias verdaderas son las victorias sobre el pecado y las tentaciones, conducentes a una vida victoriosa y plena. Por lo tanto, hay que mantener un alma valerosa y confiada. Hay que enfrentarse a todas las dificultades con espíritu de conquista. Hay que recordar que, allí donde se halle Dios, se encuentra la victoria verdadera.
Oración del Día
Ruego porque las fuerzas del mal en mi vida huyan ante la presencia de Dios. Pido porque, en unión de Dios, pueda obtener la victoria real sobre mí mismo.
Un día a la vez
Por encima de todo, toma las cosas un día a la vez.
COMO LO VE BILL, p. 11
¿Por qué me engaño a mí mismo diciéndome que tengo que alejarme de la bebida solamente por un día, cuando sé muy bien que nunca debo beber otra vez en mi vida? No me estoy engañando, porque un día a la vez es probablemente la única manera en que yo puedo alcanzar el objetivo a largo plazo de mantenerme sobrio.
Si me resuelvo a nunca más beber mientras viva, creo las condiciones para un fracaso. ¿Cómo puedo estar seguro de que no beberé cuando no tengo idea de lo que me espera en el futuro?
En el plan de un día a la vez, tengo la confianza de que puedo estar alejado de la bebida por un día. Así es que empiezo con confianza. Al fin del día tengo la recompensa de haberlo logrado. El haberlo logrado me hace sentir bien y me da el deseo de más.
COMO LA VE BILL 261
«Sin Miedo Hicimos un Minucioso . . .»
Mi autoanálisis ha sido frecuentemente imperfecto. A veces no he compartido mis defectos con la persona apropiada; otras veces, he confesado sus defectos, en lugar de los míos; y otras veces, la confesión que he hecho de mis defectos ha sido más como una clamorosa queja de mis circunstancias y mis problemas.
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Cuando A.A. sugiere que se haga sin temor un inventario moral, puede parecer a cada principiante que se le pide mucho más de lo que puede hacer. Cada vez que trata de verse honestamente como es, el miedo le previene: «No te atrevas a mirar . . .»
Sin embargo, resulta que le miedo y el orgullo no son más que espantajos. Cuando estamos enteramente dispuestos para intentar el inventario y para llevarlo a cabo concienzudamente, una nueva luz empieza a iluminar la neblina. A medida que persistimos, va naciendo una nueva confianza, hasta llegar finalmente a un estado indescriptible de alivio cuando podemos por fin vernos tal como somos.
GRAPEVINE, Junio de 1958 DOCE Y DOCE, pág. 52