* El caso Xóchitl y PAN
Por Salvador ESPINA
CHOLULA.- A unos días para conocer a la candidata presidencial del frente opositor quien será la encargada de enfrentar a alguna de las corcholatas del presidente y la maquinaria del Estado mismo siguen existiendo temas a atender.
Sin duda, es una posición emocionante, pero de gran responsabilidad por la labor titánica que hay que hacer, y la encomienda de unificar y convocar a todos los sectores sociales y políticos para poder hacer frente al partido en el poder.
Sin embargo, ha estado surgiendo un fenómeno al interior del PAN que ha despertado intriga y preocupación en un sector de su militancia y simpatizantes. El cual, es el hecho de que la abanderada respaldada por el partido es evidentemente una persona de ideas y valores contrarias a los que la doctrina del humanismo político que profesa Acción Nacional desde su fundación. Ejemplo de esto es que la senadora Gálvez está a favor del aborto, la ideología de género, así como sus orígenes en nichos de izquierda marxista que no compagina en nada con los valores del PAN.
Esto ha generado en el sector más tradicional y doctrinal del partido dudas e incluso repudio a apoyar a la casi candidata del frente. Los argumentos son varios, pero todos giran en torno a una incongruencia con los valores del mismo partido hacia una decisión pragmática y vergonzosa para el mismo.
Aquí la pregunta sería ¿realmente es inmoral y aberrante apoyar a Xóchitl si se creen en estos valores? En mi opinión y mi postura como uno de esos humanistas doctrinales es que esas opiniones son sesgadas y reaccionarias sin tomar en cuenta el momento histórico que estamos viviendo, así como la falta de una visión de altura de miras más allá de una reactividad dialéctica a la par de las de izquierda que tanto se critican en donde solo hay blanco y negro, buenos y malos.
Por el otro lado, habrá elementos y argumentos, no para absolver a Xóchitl de una real incompatibilidad de su pensar con la doctrina del PAN, sino para poder ver verdades igualmente valiosas por un bien mayor en un momento de desesperación para México.
Entre estos argumentos está el primero y más práctico, y que algunos no quieren entender, y es que ella es la única opción competitiva para hacerle frente al candidato del presidente, mientras que no existe perfil mínimamente competitivo de línea clásica panista, sino pregúntenle como le fue en el proceso de firmas al ex-gobernador queretano Ignacio Loyola. En segundo lugar, Xóchitl se ha vuelto un fenómeno creciente que está generando ánimo entre los ciudadanos sin filiación partidista o mucho interés en participar en política al más puro estilo de Fox en el 2000.
En tercer lugar, y muy importante, es que la candidatura presidencial puede ser un factor importante para hacer crecer las campañas a gobernadores, senadores, diputados, alcaldes, etc. en los diferentes estados de la República en donde puede ser el elemento necesario para que ahí sí varios candidatos de línea panista puedan llegar a los diferentes espacios de decisión para llevar una agenda congruente con los valores de Acción Nacional.
Y, por último, porque incluso con las opiniones propias de la candidata, existiría espacio de negociación e inclusión de ideas y propuestas apegadas al humanismo, así como funcionarios de línea más doctrinal, cosa que con MORENA no existe la menor oportunidad de eso, además que, tal vez, no tengamos más oportunidades de pelearnos por estos temas por el riesgo que corre la misma democracia.
Aunado a esto, se empieza a ver en México y el mundo una nueva ola de políticos de derecha que están empezando a tener éxito en sus diferentes países como son Trump, Santiago Abascal, Bolsonaro, Milei, etc. y que en nuestro país los fans de esta clase política quieren importar a México bajo el liderazgo del cineasta Eduardo Verastegui que es todo con lo que los conservadores “puros” anhelan.
Si bien vale la pena analizar estos perfiles e incluso buscar construir con ellos, puesto que buscan apropiarse de un sector de voto duro que históricamente ha tenido el PAN, y que ciertamente necesita retomar su doctrina en muchos temas. Pero que, sin embargo, podríamos vislumbrar incluso con estos perfiles diferencias importantes desde la raíz de las ideas que rigen a ambos sectores, pues el humanismo que busca el PAN es integral y conciliador basada en la doctrina social de la Iglesia, mientras que el de esta nueva derecha predica es confrontativo en una “batalla cultural”, así como que cada día parece más ir en la línea identitaria del protestantismo americano.
Así que, a manera de conclusión, creo que el PAN solo debe entender que hoy la batalla es por salvar la democracia de México y sus instituciones, más allá de una batalla de izquierdas contra derechas como será la elección igualmente del próximo año en el vecino del norte. Sin embargo, el PAN no puede normalizar y acostumbrarse a enviar candidatos contrarios a la doctrina por el riesgo de perder su mismo ADN.
Por el otro lado, decirles a los amigos a fines, pero intransigentes, que nuestra causa es una brega de eternidad y que si bien, debemos poner en manos de Dios el destino final de las cosas, debemos entender que los espacios no quedan vacíos, así como el trabajo sin hacer será hecho por alguien más si no nos involucramos, y si no se empiezan a tomar las decisiones necesarias para tener más éxito a mediano y largo plazo para la construcción del bien común, serán valores que difícilmente se podrán posicionar en la agenda nacional de manera relevante.