Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- El biberón es una voz francesa derivada del latín “bibere” (beber), conocida en sus orígenes por denominar a los borrachos. Desde principios del S.XIX se identifica con su significado actual, que varía según la latitud geográfica. Así es conocido como mamadera en Argentina, mamila en México, pepe en Honduras, pacha en Nicaragua y el Salvador o tetero en Venezuela y Colombia.
Los primeros biberones se remontan al 5000 antes de Cristo.
Así lo establece un reciente estudio, según el cual los bebés prehistóricos eran alimentados con leche animal utilizando unos recipientes de arcilla, que se fueron implantando durante las Edades de Bronce y de Hierro. Desde entonces, la evolución del biberón está ligada a la historia de lo doméstico. Durante el Imperio Romano existían pequeñas vasijas especialmente diseñadas para almacenar la cantidad de leche necesaria para alimentar al bebé durante el día. Más adelante, en la Edad Media, se incorporó un cordel a modo de colgante para atar al cuello de los lactantes, quienes se alimentaban de leche mezclada con licor de azúcar.
Con la revolución industrial, el biberón dejó de ser un objeto artesanal y se convierte en un producto fabricado en serie y a gran escala. Los biberones descritos hasta el momento de cerámica, vidrio o plata estaban fabricados en una sola pieza y resultaba muy difícil, por no decir imposibles, de limpiar. Con este fín, Édouard Robert diseñó un biberón que supuestamente aportaba más seguridad, aunque no lo logró. El biberón, que consistía en un tubo largo provisto de un frasco en su interior y un tapón perforado por el que pasaba un conducto externo de caucho conectado a una tetina, terminó convirtiéndose en el “biberón asesino” por lo complicado de limpiar el conducto de caucho, que resultó ser un auténtico nido de microbios. A pesar de enfermar a cientos de bebés y, en contra de la recomendación de los médicos para no usar el biberón, siguió siendo de lo más popular hasta 1910, cuando fue prohibido.
Preocupados por dar respuestas a la alta mortalidad infantil, algunos médicos empezaron a hacer pruebas para diseñar modelos nuevos, más higiénicos y, de paso, mejorar la calidad de la leche. Al respecto, hay que recordar la contribución de Henri Nestlé, un farmacéutico alemán afincado en Suiza, que en su día había revolucionado el mercado del chocolate.
A principios de los años 50, el modelo “Bib49” introdujo el innovador sistema del aro enroscado. El frasco siguió siendo de cristal y de forma cilíndrica, pero provisto de un cuello enroscado al que se fijaba un aro que sostenía la tetina. En aquel momento, el biberón todavía no llevaba capuchón y el aro, inicialmente fabricado en baquelita, pasó rápidamente a ser de plástico. Las marcas Mont Blanc y Remond fueron las primeras en utilizar este sistema.