¿Decepcionado de la 4 T de AMLO?

Por Alejandro MARIO FONSECA

CHOLULA.- A estas alturas de sexenio obradorista ya no habrá sorpresas. Sus políticas han demostrado firmeza. Si, firmeza obsesiva, cosa que han aprovechado los damnificados, principalmente los empresarios corruptos (los que no pagaban impuestos, los que hacían grandes fortunas en tiempo récord, etcétera) y sus corifeos, para etiquetar al Presidente de “dictador populista”.

Lo más espectacular son sus grandes obras que van viento en popa, el Aeropuerto Felipe Ángeles poco a poco gana clientela, la Nueva Refinería en Tabasco y el Tren Maya seguramente estarán operando exitosamente antes de que concluya el sexenio. Están a la vista y nadie puede ignorarlas.

En el terreno de los intangibles, la austeridad y la solidaridad parecen haber llegado para quedarse (al menos así lo quiero creer). Sé que algunos gobiernos estatales y no pocos gobiernos municipales se resisten a renunciar al paraíso que significaba gobernar, pero también sé que van a la baja.

Probablemente, por no decir seguramente, la gran decepción será la de la persistente inseguridad en la que vivimos la mayoría de los mexicanos, los que no gozamos del privilegio de la seguridad privada. Sin embargo, aún en este terreno observo cambios importantes que no podremos ver con claridad sino hasta después de dos o tres sexenios, si es que se da la continuidad.

Y esta última reflexión me lleva a corregir el inicio de este escrito. Puede que si haya una sorpresa más y que esta se dé como preámbulo de las elecciones del 2024: el encarcelamiento de un expresidente. ¿Qué no? Cheque usted el último número de la revista Proceso del 2 abril: Emilio Lozoya permanece confinado con chaleco antibalas y cámaras de seguridad en el Reclusorio Norte. Ha recibido amenazas de muerte de “quienes no quieren que él hable”, dice su abogado, quien alude a Peña Nieto y Luis Videgaray (Diana Lastiri en la edición 2422).



 

Del pesimismo al optimismo

Pero yo no quería hablar de esto, sino de la decepción que para no pocos ha significado el gobierno de la 4 T de AMLO. Y es que, si comparamos las altas expectativas que para muchos significó su larga campaña, los resultados aparecen muy pobres, casi insignificantes.

Lo que pasó es que el Presidente, como buen tabasqueño se “fue de la lengua”, prometió mucho; su principal oferta de campaña fue “primero los pobres” y la verdad es que la economía familiar en lugar de mejorar, ha empeorado: la pobreza persiste.

Sin embargo, lo cierto es que sin la 4 T de AMLO estaríamos peor. La inflación y el desabasto desencadenados por la pandemia del covid y por la invasión rusa de Ucrania, están siendo sorteados exitosamente, aunque con muchas dificultades.

En otras palabras, más técnicas, la disciplina hacendaria, fiscal y en general el buen manejo nacional de las variables macro económicas han podido resistir aceptablemente, una crisis recesiva mundial cuya persistencia nos amenaza por lo que resta de este año.

Así que, amable lector, permítame usted ser optimista y oponerme a la sentencia sumaria del filósofo Gilles Lipovetsky “Tenemos el aire de la época, caracterizado por la mundialización y la ideología de la salud; está cada vez más cargado de incertidumbre e inseguridad”.

¿Cómo?  Citando un párrafo del último discurso público de nuestro Premio Novel de literatura, el poeta Octavio Paz: “Estoy seguro que se preparan nuevos días para México y que esos días serán de luz, de amor y con sol. Creo que en estos años no termina un periodo de México, como se piensa comúnmente, sino que se da una vuelta para continuar”.

 

Posdata

Los filósofos de la decepción, como Lipovetsky, parafrasean el fracaso del proyecto de modernidad. Así, la democracia liberal ha devenido en dictaduras de izquierda y de derecha y en el mejor de los casos en un engaño plutocrático; el industrialismo desenfrenado está amenazando seriamente la salud del planeta; y finalmente el proceso de secularización nos está llevando a un individualismo consumista que no tiene sosiego.

Paradójicamente en México, nuestra lenta transición hacia la modernidad, es decir nuestras debilidades, se convierten en fortalezas ante un mundo dominado por un capitalismo salvaje, caracterizado por sus ejércitos de desempleados, drogadictos y demás; en suma, por el consumismo desenfrenado y por la pérdida de los valores humanos.

¿Qué hacer? Como dice el poeta Octavio Paz, dar una vuelta para continuar. Los mexicanos, gracias a Dios, alcanzamos a escapar a este destino apocalíptico porque ni siquiera hemos pasado plenamente la etapa de la modernidad. Estamos a tiempo de corregir el entuerto occidental. ¿Cómo? Regresando, revalorando nuestra herencia humanista: las palabras claves son coraje, generosidad y prudencia.

Veo en el horizonte mexicano un futuro socialdemócrata apuntalado por un capitalismo horizontal basado en las energías limpias, en la sana convivencia y en el respeto a la naturaleza.

Bibliografía: Lipovetsky, Gilles; La sociedad de la decepción; Anagrama; 2008.  Domínguez Michael, Christopher; Octavio Paz en su siglo; Aguilar, 2019.